Voz
Durante la intervención hay que cuidar la voz:
Una voz monótona, desagradable, un volumen bajo, etc. lleva a la audiencia a desconectar.
Normalmente uno no conoce su propia voz, de ahí que se sorprenda cuando se escucha en una grabación.
Oírse en una grabación es muy útil ya que permite familiarizarse con la voz, oírla como la oyen los demás. Es la manera de conocer como suena, como resulta, que defectos hay que corregir.
Dominar la voz sólo se consigue con ensayo:
Grabando el discurso y oyéndolo, lo que permite detectar fallos (se habla muy rápido, no se vocaliza suficientemente, se habla muy bajo, se tiende a unir palabras, etc.) y poder tratar de corregirlos.
También es interesante preguntarle a alguien su opinión.
Una vez detectados los fallos se trabajará sobre ellos con vistas a mejorar la calidad de la voz.
Aunque la voz sea difícil de cambiar, si se pueden mejorar algunos defectosque dificultan su comprensión o que la hacen poco atractiva (una voz nasal, una voz excesivamente fina o ronca, etc.).
Hay que saber modular la voz: subir y bajar el volumen, cambiar el ritmo, acentuar las palabras; todo ello ayuda a captar la atención del público.
Hay que jugar con la voz para enfatizar los puntos importantes del discurso, destacar ideas, introducir nuevos argumentos, contar anécdotas, resaltar las conclusiones, etc.
Por ejemplo, si se realiza una afirmación hay que hablar con determinación (voz firme, alta, sin titubeos); en otras partes del discurso (una explicación, una anécdota, etc.) se puede utilizar un tono más distendido, más relajado.
Hay que hablar claro, esforzarse en vocalizar con mayor precisión que de costumbre, remarcar los finales de palabra, etc.
Un aspecto que hay que cuidar especialmente es el volumen:
En la vida ordinaria uno suele hablar con personas muy próximas, lo que determina que uno se acostumbre a hablar bajo.
Cuando se habla en público hay que hacer un esfuerzo por hablar más alto(aspecto que hay que cuidar en los ensayos).
Hay que conseguir que la voz llegue con claridad a toda la sala.
Un fallo que se suele cometer es empezar las frases con un volumen elevado e ir disminuyéndolo a medida que se avanza, de modo que el final de la frase parece como si careciese de importancia.
En los ensayos hay que vigilar este problema y tratar de corregirlo.
También es muy frecuente hablar demasiado rápido, tendencia que se intensifica cuando se habla en público (debido a los nervios).
Dificulta la comprensión y proyecta una imagen de nerviosismo.
En los ensayos hay que vigilar este aspecto. Hablar lento facilita la comprensión, proyecta una imagen de seguridad y ayuda a calmar los nervios.
Hay que estar muy atento al comienzo de la intervención: si se empieza hablando pausadamente es posible que se consiga mantener esta línea a lo largo de toda la intervención.
Cuando la audiencia es medianamente numerosa (más de 50 personas) es conveniente utilizar micrófono, lo que exige una cierta práctica:
El micrófono hay que mantenerlo siempre a la misma distancia de la boca (si se acerca y se aleja el volumen presentará oscilaciones).
Hay que cerciorase de que el volumen del micrófono es el adecuado y que la voz llega con claridad a toda la sala (lo mejor es preguntarle al público al comienzo de la intervención si se oye con claridad).
Si uno habla bajo no debe recurrir a elevar el volumen del micrófono, sino que tendrá que esforzarse en hablar más alto.
Una regla de oro cuando se habla en público es la naturalidad:
El público agradece la naturalidad y aborrece la afectación.
Si uno tiene acento no tiene por qué ocultarlo (espontaneidad), pero tampoco exagerarlo (dificultaría la comprensión).