Captar la atención del público
El orador debe tratar de acercar el discurso a la audiencia, de romper distancias.
Tiene que intentar ganarse al público, con independencia de que éste coincida o no con las tesis defendidas.
Esto ayuda a captar su atención y a predisponerle favorablemente hacia los puntos de vista del orador.
Al público se le gana con amabilidad y simpatía.
Saludar al público tan sólo subir al estrado, mirándole, agradeciéndole sinceramente su presencia.
Agradecer públicamente la presencia de alguna persona o grupo que se haya desplazado desde lejos.
Mostrar una imagen amable (en la expresión, en la voz).
Mirar al público (permite fortalecer la comunicación).
Contar anécdotas que resulten cercanas (que afecten a gente que el público conoce, que hayan tenido lugar en dicho localidad, etc.).
Introducir en el discurso toques finos de humor (humaniza el discurso, lo acerca al público); tienen cabida aunque se esté tratando un tema serio (ayuda a quitarle dramatismo).
Si hay un intermedio aprovecharlo para departir con el público asistente.
Al final de la intervención volver a dar las gracias por la atención prestada.
También uno se puede ganar al público dándole participación, evitando que el discurso sea un mero monólogo.
Planteando preguntas o dándoles a ellos la posibilidad de preguntar.
El orador deberá estar permanentemente vigilante de la reacción del público, tratando de detectar inmediatamente cualquier señal de pérdida de atención (mirar al reloj, leer un papel, hablar con el vecino, etc.).
Si la desconexión se mantiene, será cada vez más difícil volver a captar su atención (al público le resultaría muy difícil retomar el hilo del discurso aunque quisiera), de ahí la necesidad de reaccionar inmediatamente.
Cambiando el tono, enfatizando, contando una anécdota, proyectando una transparencia, formulando una pregunta o incluso haciendo una pausa (si la intervención va a ser larga).