Escultura
La escultura egipcia, igual que arquitectura, tenía un carácter religioso. La religión necesitaba imágenes para expresar sus creencias, para representar a las divinidades y sus símbolos.
Por esto hay una gran abundancia de esculturas exentas y relieves tanto del faraón como de los distintos dioses de su panteón.
También hay ejemplos de personajes de la realeza y su familia, de la nobleza y altos funcionarios (por ejemplo, escribas).
Además, en los enterramientos se colocaba una figura que representaba al faraón (su doble o Ka). Esta le serviría como soporte material en la otra vida.
Los materiales empleados en esculturas y relieves eran: la piedra caliza, el bronce y la madera. Cuando se trata de escultura de bulto redondo se parte de un bloque de piedra con forma de prisma. En cada cara el escultor diseñaba una cuadrícula donde organizaba las distintas partes del cuerpo: en la cara frontal se esculpía la figura de frente y en las laterales la figura de perfil.
Las características de la escultura se mantuvieron a la largo de los siglos:
- Los faraones se representaban de frente, con gran rigidez, sentados y con las manos apoyadas en los muslos.
- Cuando aparecen en actitud de marcha, la pierna izquierda está adelantada dando la idea de avanzar.
- En los relieves las figuras siguen la "ley de la frontalidad": la cabeza aparece de perfil, los hombros y el cuerpo de frente, y la parte inferior de la anatomía de nuevo de perfil.
- Otra de las características el la "ley del respeto": las figuras de las divinidades y los faraones se representaban a mayor escala que las de los servidores.
A partir del Imperio Nuevo las características de la escultura cambian. Se mantiene su hieratismo o rigidez tradicional pero las figuras se estilizan y se vuelven más naturales, parecidas a las figuras del faraón Amenofis IV (llamado posteriormente Akenatón) y su familia. Así presentan:
- Cuello largo.
- Cabeza con forma elíptica.
- Mandíbula prominente.
- Pecho hundido.
Este tipo de escultura se puede ver en los retratos de Akhenatón, Nefertiti y en los relieves de temática familiar en los que aparece representado el faraón con su esposa y con sus hijas como si fuera un egipcio más.
Después de Akenatón la capital del reino volvió a Tebas, y las características de la escultura volvieron también a formas más tradicionales, con toques de idealización. Corresponden a los reinados de Ramsés I y Ramsés II.
En esta época los templos y las tumbas se decoran con batallas y cacerías, con grandes dosis de movimiento. Las escenas se representan según la perspectiva caballera típica de los egipcios, el tema se desarrolla en primer plano pero las figuras más grandes son las que aparecen en segundo plano. Las figuras más cercanas al espectador son más pequeñas.
En los últimos años de decadencia, la escultura mantuvo las mismas características, pero por el contacto con el arte griego fue ganando perfección formal.