La defensa ajedrecística y su espíritu
Uno de los motivos por el cual la defensa en el ajedrez es un área incomprendida o poco entendida es por la ausencia de nociones generales que puedan orientar al aprendiz.
En el ajedrez, existen principios fundamentales en casi todas las etapas de la partida, tanto apertura, medio juego, final, inclusive para el ataque (como ya mencionamos en la lección anterior, el atacante debe abrir la posición, ocupar columnas y diagonales abiertas, desarrollo de piezas en la apertura, ocupación del centro, etc.), pero cuando nos referimos a la defensa, no se tienen cánones técnicos que orienten el accionar.
El GM A. Soltis plantea que tanto “Steinitz como Lasker, a pesar de su atención sobre la naturaleza elástica de las posiciones defensivas, mostraron principalmente, como instructores, su preocupación por la explotación de las debilidades”.
Muchos autores señalan que un aspecto fundamental para una “buena defensa” es la actitud. Como ya se mencionó anteriormente, la defensa no es bien vista por los ajedrecistas, porque prefieren el ataque; entonces, cuando un ajedrecista pierde la iniciativa, se desmotiva, se desmoraliza, y es acá cuando ya ha perdido la mitad de la partida “en el campo anímico”.
Pero como también se mencionó antes en este curso, la buena defensa en el tablero de ajedrez requiere de cierta dosis de táctica, creatividad y hasta “picardía” ajedrecística, ya que es necesario lograr confundir al bando atacante, desorganizar el ataque y contragolpear con fuerza. David Bronstein, subcampeón mundial de ajedrez, decía que “el jugador que sacrifica peones se siente inspirado, mientras que el jugador obligado a aceptar un sacrificio se siente invariablemente incómodo”. Pero yo agregaría la frase de S. Tartakower, cuando un contrincante realizaba un sacrificio en el tablero, él les decía “sea demostrado”. Con esto estoy confirmando que un jugador que sacrifica se inspira, pero siempre existe la contra-respuesta rival, y todo sacrificio o combinación puede incluir “error” en su cálculo, y es justamente esta parte la que debe aprovechar el bando defensor.
El GM Andrew Soltis remata de la siguiente forma: “puede que tenga usted una posición inferior, pero eso no significa, en modo alguno, que tenga que perder. La carga es tan pesada para el atacante como para usted. No importa lo pobres que parezcan sus perspectivas… no tiene por qué perder, a menos que cometa nuevos errores”.
Cierro el comentario del GM Soltis con una anécdota personal, en un torneo reciente, jugando contra un experimentado ajedrecista cometí un error, perdí un peón y recibí un fuerte ataque, pero logré defenderme muy bien, mantuve la posición y recobré el peón que había perdido, pero una vez logré equilibrar la posición, cometí un nuevo error y perdí de nuevo otro peón, y nuevamente a defenderme, pero logré mantenerme y el resultado final fue “tablas”. Una vez concluida la partida, mi oponente estaba desmoralizado, y le pregunté por qué, a lo que me dijo: “tuve dos peones de ventaja y no pude materializarlo en un triunfo, te equivocaste dos veces y no aproveché los errores, por eso estoy triste”. Como ven amigos, el GM Soltis tiene toda la razón con su afirmación.
En ocasiones, necesitamos para llevar a feliz término la defensa realizar combinaciones para contrarrestar las amenazas rivales, y a pesar que estas combinaciones no sean “de un ataque de mate”, siempre resultan de interés y muy importantes. El atacante siempre arriesga, y cuando es un ataque erróneo por una mala evaluación de la posición, entonces hay que realizar maniobras defensivas para permitir al bando defensor salir de posiciones aparentemente comprometidas. El excampeón del mundo de ajedrez, el GM Gary Kaspárov lo resume de la siguiente manera: “una combinación no siempre es un arma de ataque; sirve con frecuencia como un arma defensiva o de contraataque, para neutralizar las amenazas del adversario e imponer las propias”. Veamos un ejemplo al respecto en el Diagrama 3.
Este es un ejemplo de una posición desesperada, en la cual las blancas parecen "perdidas" por los dos peones negros de la tercera fila y que amenazan su marcha triunfal hacia la coronación en la primera horizontal. El bando defensor son las blancas, y parece que no tienen opción más que inclinar el monarca y salir derrotadas en esta posición, pero hay una maniobra defensiva sumamente interesante, y que conduce a la victoria.
Veamos, las blancas juegan acá 1.Rd6!! e increíblemente ahora son las negras las que se encuentran en una posición desesperada, ya que una "defensa activa" ha salvado a las blancas. Si ahora las negras deciden continuar con el avance de cualquiera de sus peones, por ejemplo: 1...d2 (En realidad la única alternativa posible para el negro, si no desea recibir mate es jugar 1...Rb6, pero entonces la torre toma los peones negros con 2.Txe3 Rxb5 3.Txd3 y la partida queda ganada; ante la jugada 1...e2 se puede continuar con 2.Rc7 d2 (si las negras buscan salvarse con 2...Ra8 entonces se prosigue con la sencilla 3.b6 e1=D 4.Txe1 d2 5.Ta1# o también Te8 y siempre es mate) 3.Te3 (o también se puede seguir como en la variante principal con 3.Ta6+ bxa6 4.b6+ Ra8 5.b7+ Ra7 6.b8=D y mate) 3...d1=D 4.Ta3+ Da4 5.Txa4# y de nuevo es mate) Nuestra variante principal continua con 2.Rc7 d1=D 3.Ta6+ bxa6 4.b6+ Ra8 5.b7+ Ra7 6.b8=D ¡y mate! (1–0).
Como pudieron observar amigos, ante una defensa activa, no hay rival que resista, por más desequilibrada que la posición parezca, siempre hay opciones para el bando atacado con una defensa activa.