Conclusión. Prepárate y mentalízate
Las épocas de exámenes son temporadas de gran tensión, así que trata de crear hábitos. Somos "animales de costumbres", así que tener días previsibles te ayudará a controlar los nervios y concentrarte mejor. Planea tus horas de estudio, comida, descanso y ejercicio; pero, a ser posible, descarta actividades sociales como fiestas y salidas con las amistades, ya que romperán ese hábito que has creado.
Es conveniente que estudies con tiempo, de manera que no te quede contenido pendiente de estudiar en el último momento. Es muy recomendable que el día previo al examen lo dediques solamente a repasar; si te aseguras de que estás bien preparado, tu cerebro te premiará, te sentirás bien y eso aumentará tu autoconfianza. Además, según investigaciones científicas, un repaso general antes de acostarte te será muy útil, porque el sueño es un mecanismo fisiológico que ayuda a fijar y asimilar en tu memoria a largo plazo lo acontecido durante el día. Obviamente, es importante dormir bien esa noche; no te quedes estudiando, porque lo que puedas aprender será efímero.
Por fin llegó el día de tu examen. Te lo has preparado bien, usando todas las técnicas de estudio que conoces y considerando que te puedan hacer cualquier tipo de pregunta. Así mismo, conoces algunas estrategias para controlar tu estrés, tanto durante el estudio, como los minutos previos al examen. Aunque algunas personas dicen que les genera ansiedad, también hay investigaciones científicas que demuestran que un último repaso antes del examen es bueno, ya que es el momento en que tu nivel de atención es más alto.
Rumbo al examen, haz cosas que te hagan sentir bien. Escucha una canción que te guste, regálate un desayuno a tu agrado, viste alguna prenda que te haga sentir bien, etc. Estos "amuletos" no te van a traer suerte por ellos mismos, sino que es tu mente quien les proyecta un valor; en cualquier caso, esto te hará sentir bien.
Lleva contigo sólo aquello que necesites. Ya te habrán informado si tienes que llevar lápiz, goma, bolígrafos o plumas de diferentes colores, calculadora, reglas, etc. Cíñete a esas instrucciones y asegúrate de que lo llevas todo. Te aconsejo que lleves dos plumas, por si acaso... una puede fallar.
Una vez que tengas el examen delante, asegúrate de que entiendes todas las instrucciones antes de empezar a escribir. Dedica 5 o 10 minutos, si es necesario, solamente a leer las recomendaciones iniciales (pueden ser muy reveladoras) y todas las preguntas del examen. Si tienes cualquier duda, no dudes en preguntar; las respuestas a tus preguntas pueden guiarte mucho. Y una vez que te hayas asegurado de lo que debes responder en cada pregunta, ¡empieza a escribir! Verás que los nervios desaparecerán de inmediato y las ideas empezarán a fluir.
Durante el examen, asegura todo lo que hagas. Si te lo permiten, empieza por las preguntas que mejor sepas; además de que irás asegurando puntuaciones, irás ganando una buena sensación, que facilitará que te vengan más ideas. Y siempre presta atención al reloj para saber de cuánto tiempo dispones. Si aún te queda mucho por hacer, no pierdas el tiempo en pedir más minutos; sólo te va a servir para romper tu concentración, y seguramente no consigas esa prórroga, ya que los profesores tenemos tiempos asignados para nuestros exámenes. Repasa cada respuesta una vez que la hayas terminado y haz un repaso general cuando hayas terminado todas; así te irás asegurando de que has puesto todas las ideas importantes, que no has cometido fallos y que la redacción y la ortografía son correctas.
Y por último, no te quedes esperando una supuesta providencia; si ya has terminado o ya no tienes más que añadir, entrega tu examen y vete a disfrutar el resto de tu día. Ya has hecho lo que sabes, simplemente espera tu calificación.