La imitación
En la mayoría de ocasiones en las que procedemos a la locución de un discurso público suele recurrirse a la imitación de un referente televisivo o personal.
Este aspecto puede considerarse positivo siempre y cuando utilicemos un ejemplo correcto de locutor o comunicador, y siempre que tomemos como referencia o ejemplo sus gestos o expresiones a la hora de comunicar ante el público.
Sin embargo, este ejercicio de referencia puede llegar a ser altamente negativo si caemos en la imitación. Entendiendo por imitación a la copia exacta o fiel de una cosa o acción a la que se quiere sustituir. De esta forma, debe tenerse especial cuidado en no imitar fielmente el tono, muletillas o expresiones y gestos muy característicos de la persona a la que se toma como referencia, ya que siempre que comuniquemos, debemos ser nosotros mismos, actuando con naturalidad para expresar de la mejor forma posible el discurso.
De esta forma, emular las expresiones o facetas comunicativas de un orador referente puede repercutirnos negativamente, dando sensación de poca credibilidad e incluso falsedad ante el público presente.
Únicamente debe tomarse como referencia la actitud o expresiones que nos ayuden a recordar cuál debe ser nuestro modo de proceder ante el público sin caer nunca en la imitación.