Naturalidad
Una de las cualidades fundamentales que deben cumplirse en la transmisión del mensaje en público es la naturalidad. Como dicta la propia definición del término, la cualidad de ser espontáneo en la manera de ser o comportarse es la forma adecuada de llegar eficazmente al público.
Esta cualidad va íntimamente ligada a otra muy útil en el ejercicio de la oratoria: la credibilidad, de ahí la importancia de actuar y transmitir el discurso de forma natural, para ser creíbles ante el receptor.
Dicha naturalidad puede en ocasiones fingirse. Sin embargo, es importante recordar que el cuerpo no miente, de forma que es desaconsejable adquirir gestos que no encajen con la propia personalidad del orador, ya que ello dará lugar a un discurso artificial y poco creíble.
Tampoco es recomendable anotar gestos que puedan posteriormente hacernos perder el hilo del discurso e incluso parecer articulados. El orador debe estar lo más relajado posible y esto se consigue actuando de forma natural, siendo uno mismo, con la ventaja de que dicha actitud será la más acertada para llegar al público presente.
Actuar con naturalidad ayuda a que ante un imprevisto, seamos capaces de reaccionar ante el público de forma espontánea y creíble y más aún ante audiencias de gran envergadura como es el caso de los medios de comunicación.
Dicha naturalidad también se muestra en la sinceridad y cercanía. Ante un error o fallo es recomendable asumir éste con naturalidad y hacer partícipe del mismo a la audiencia o público presente actuando de forma espontánea y nada articulada.