La familia del atleta y su papel en su formación
La familia constituye la célula básica de la sociedad, es su fundamento piramidal. Y ello ha sido así desde mucho antes del surgimiento del deporte y la actividad física como sistema organizado. De modo que el estricto y profundo hecho de esta afirmación pone en evidencia que su relevante papel en los designios anteriores y ulteriores de los atletas en formación, es decir, todos aquellos que por regla general comienzan desde las más tempranas edades sus derroteros por las sendas pedregosas, pero inigualables del deporte, es prácticamente vital e insustituible.
Dilemas diversos pueden coadyuvar a la aparición, descubrimiento y selección de un talento deportivo. Pero sin la familia, la cual tiene otras aspiraciones manifiestas con el niño o el joven, puede que se frustre dicho “talento” sin tan siquiera probarlo que lo es como tal. En innumerables ocasiones los niños y jóvenes se inclinan por un deporte u otro ya sea por hobbies, por embullo de otros compañeros y no asiste la intermediación ni de los padres, ni de los entrenadores como para tomarse en serio esa disposición. De modo que la intervención de los padres en estos minutos, no es que sea nula, solo que es más bien de indagación o diagnóstico de gustos y preferencias, para luego motivar el rumbo hacia caminos adecuados.
Sin una orientación sociológica, esa familia, esos padres de la primera intención, se pueden fácilmente perturbar. Así que ya, desde la misma primera instancia en que la familia observa, aprecia y evalúa, la propensión del muchacho hacia el deporte, tiene que buscar la consulta responsable, dirigida y comprometida, que radica precisamente en el sociólogo del deporte que en esta primera instancia es el entrenador del deporte escogido, de esa mirada sabia, escrutadora, competente, para especificar correctamente cuál es el camino. Esa mirada, permite a los padres y a la familia en general, no engañarse desde un mismo inicio o apoyar la toma de decisión del niño con todas las fuerzas.
En ocasiones, sólo para cubrir el expediente abierto a la masificación deportiva, en estas acciones selectivas, para estas edades sobre todo, no somos todo lo cualitativos y exigentes que se corresponde y por tanto, no se establecen los parámetros sociológicos debidos, sino sólo algunos técnicos y ciertos parámetros tecnológicos, como pueden ser los de talla y peso, reduciendo la observación a un puro trámite de buró, lo cual introduce ruidos en el sistema de la selección de talentos, dado que se elimina al que se debiera escoger y se escoge al que se debiera eliminar. La práctica social del deporte conoce no pocos ejemplos de la ocurrencia de aspectos relacionados.
Si en la etapa inicial del desarrollo del niño o del joven atleta, la familia juega un rol fundamental, tanto en su orientación, como en la sistematicidad de la práctica regular del deporte con vista a alcanzar los resultados que se avizoran, en la etapa cuando este atleta pasa al alto rendimiento el papel se acrecienta, no disminuye. Sin embargo, el hecho cierto de que la asunción por ese niño de un nuevo rol económico, acompasado por los tiempos actuales, rol para el cual ni la familia ni él tienen una preparación, desarticula el engranaje inicial familia-atleta, no en el sentido de que se desentiendan unos de otros, sino en el sentido de que si no direccionamos sociológicamente el nuevo papel de ambos, la distorsión que se nos causa puede ser fatal para el deporte.
Exponiendo claramente los asuntos, la comercialización deportiva actual, fenómeno sociológico vinculado al hecho deportivo, ha convertido a los bisoños en los entes económicos de las familias, lo cual se ve como normal, cuando en realidad lo que provoca es una anomalía dentro de la familia. Unos porque le exigen más y más a ese pequeño, que aunque fuerte y grande desde el punto de vista corporal, no estaba preparado para asumir el rol de "cabeza de familia" en que se convierten por ser el principal aporte económico de la familia. En las selecciones nacionales, este plano no se atiende, se deja al azar, a merced de la propia familia desvalida. Claro está que surgen desviaciones de todo tipo a las cuales aún no les encontramos el por qué. Incluso, en el diagnóstico al atleta y su familia, rara vez se muestra este fenómeno como importante y de urgente atención.
En apretada síntesis se ha querido promover la atención de los entrenadores hacia el papel de la familia, que si en los momentos iniciales del despliegue de ese niño en el deporte, jugaron junto a él un transcendente rol referido a la disciplina del atleta, su puntualidad y asistencia al entrenamiento, el esfuerzo en cada jornada, con vistas a asegurar su porvenir, en la compra de su vestuario, las condiciones logísticas para desarrollar el deporte con todas las de la ley, cuando ya pasan a convertirse en las "personas mayores adultas" de sus casas, mucho más necesitan el apoyo orientador y sabio e inteligente del entrenador deportivo, que se auxiliará lógicamente en el sociólogo que atiende el deporte en cuestión.