El tigre
El Tigre
Es poderoso, heroico y arrogante; nunca es cobarde.
Hay que imitarlo en su espíritu, que se expresa por los ojos, y en su porte, que se expresa por las garras; la fuerza corporal, en la realización de la práctica, debe aunar lo flexible y lo duro a la vez, y la figura debe ser una combinación de tranquilidad y movimiento.
En la figura, es el rey de la selva.
En lo interior, flexibilidad; en lo exterior, dureza.
Al moverse, como el huracán; al pararse, como la luna.
Se ha de mostrar su poderío al lanzarse al combate.
Preparación.
Ponte firme, pero no intentes sacar pecho. Relaja todo el cuerpo en esta posición durante unos momentos.
1. Dobla las rodillas lentamente y baja el cuerpo, cargando el peso sobre la pierna derecha. Levanta el talón izquierdo para tocar el tobillo derecho y al mismo tiempo lleva los puños a la cintura, con las palmas hacia arriba y mirando a la izquierda.
2. Dá un paso adelante hacia la izquierda, sigue con el pie derecho hasta que la distancia entre los talones sea de unos 30 cm y mantén el peso sobre la pierna derecha.
Al mismo tiempo, lleva los puños mirándose entre sí a la altura de la boca pasándolos por el pecho y empuja hacia adelante con las palmas abiertas como garras y los ojos mirando el índice izquierdo.
3. Con el pie izquierdo, da medio paso adelante y tócate el tobillo izquierdo con el talón derecho, con las rodillas ligeramente dobladas. Al mismo tiempo lleva los puños a la cintura, con las palmas hacia arriba y los ojos mirando hacia la derecha.
Al lanzar las garras proyecta toda tu fuerza como si dieras un zarpazo, espira. Al recoger los puños te relajas e inspiras.
4. Repite el paso 2, pero en dirección opuesta. Repite el ejercicio muchas veces hacia la izquierda y hacia la derecha, de manera calma y compuesta, similar a la del confiado tigre preparándose para la lucha.
El ejercicio realizado de la forma descrita se puede asociar al elemento Madera y actúa sobre los meridianos de Hígado y Vesícula biliar.