El Conocimiento
Dado que lo más importante en el ser humano es el ALMA RACIONAL, es evidente que esta no es ‘pasiva’ ni ‘receptiva’ en el acto de la sensación, sin más bien ACTIVA.
Podemos, pues, definir la sensación como ‘concentración especial del alma para atender a las perturbaciones del cuerpo’.
El conocimiento, en cambio, consiste en el descubrimiento de la verdad mediante la ILUMINACIÓN DIVINA. Este concepto de ‘iluminación divina’ se deriva directamente de la teoría de la ‘emanación’ de Plotino, y en el mismo intervienen tres factores:
- DIOS, luz espiritual
- VERDADES INMUTABLES en la mente de Dios
- FACULTAD HUMANA de captar esas verdades.
Igual que Filón de Alejandría, San Agustín identifica a DIOS con el SER (“Yo soy el que soy“).
Es inmutable, porque es eterno, y se le puede contemplar bajo tres aspectos (Santísima Trinidad):
La creación
La teoría agustiniana de la ‘creación’ es también de corte platónico (o, mejor dicho, neoplatónico). Se basa en tres principios:
- IDEAS ETERNAS en la mente de Dios (las cosas sólo son ‘reflejo’ de las ideas)
- LIBERTAD (el mundo no ‘emana’ de Dios, sino que éste lo creó con entera libertad)
Dios creó:
3. PRINCIPIOS SEMINALES (algunas cosas las creó Dios en forma embrionaria, y sólo más tarde alcanzaron su desarrollo)
- Supremacía del poder de Dios
- Flaqueza y nadedad de las criaturas.
La ética
Para San Agustín, igual que para Plotino, la virtud consiste en la búsqueda de la FELICIDAD (o ‘goce en verdad’).
Esta ‘felicidad’ radica, igual que más tarde en Spinoza, en el AMOR A DIOS (don sobrenatural de la conciencia iluminada). En este sentido se puede dividir a la humanidad en dos ‘ciudades’:
- CIUDAD DEL MUNDO (los que aman al mundo)
- CIUDAD DE DIOS (los que aman a Dios).
Por supuesto, el hombre es libre de decidirse por cualquiera de las dos ciudades ; hay, pues, que distinguir entre dos conceptos:
- LIBERTAD (incompatible con el pecado)
- LIBRE ALBEDRÍO (libertad de elegir o no el pecado).