Preliminares: El predominio del problema religioso
Preliminares: el predominio del problema religioso
A partir del siglo III antes de Cristo, con la decadencia política y desmembración paulatina del imperio de Alejandro Magno, se observa en todo el mundo helenístico una general crisis económica.
Las crisis económicas conducen por lo general a la consiguiente crisis de valores, y los hombres intentan encontrar en el ‘más allá’ la solución a sus problemas terrenales.
A nivel filosófico esto se traduce en una vuelta cada vez más acusada a las explicaciones de tipo religioso y aun mayor interés por los problemas del espíritu.
Esto es, precisamente, lo que va a ocurrir, al menos al principio, con la llegada del cristianismo ; poco a poco se va preparando el terreno para que la religión sustituya casi por completo a la filosofía.
El estoicismo romano
Al pasar Grecia a formar parte del Imperio Romano, gran parte de sus manifestaciones culturales fueron absorbidas y asimiladas por los conquistadores.
Las características del ‘estoicismo romano’ son, por tanto, similares a las de estoicismo griego, exceptuando un mayor acento en las cuestiones espirituales.
Autore importantes fueron Séneca (3-65 d.d.C.), Epicteto (muerto en 125 d.d.C.) y, sobre todo Marco Aurelio.
MARCO AURELIO (121-180)
En este autor, que, como es sabido, fue Emperador de Roma, se nota ya una línea de pensamiento que luego será constante a lo largo de todo el pensamiento cristiano: la antítesis entre CUERPO y ALMA, entre MUNDO y DIOS.
Esta antítesis ya la habíamos observado antes en todos los autores griegos de tendencia ‘platónica’.
Para Marco Aurelio, el alma encuentra en el cuerpo ‘tinieblas y cárcel’, y sólo con la muerte de éste nace a la ‘eternidad y luz’ divinas.
Igual que en el Aristóteles juvenil (y, por supuesto, en las religiones orientales antiguas), la vida es simplemente una preparación para la muerte, y la ‘filosofía’ queda convertida en una doctrina de redención del alma.
Los judeo-alejandrinos
Son unos pensadores de procedencia judía, pero su residencia en Alejandría (Egipto) les pone en contacto con el mundo cultural helenístico, centrado entonces en aquella ciudad.
Su filosofía es una curiosa mezcla de doctrinas griegas (Platón, especialmente) con pensamientos y conceptos procedentes de la religión israelita (la BIBLIA).
Es evidente su influencia en los primeros pensadores cristianos.
FILÓN DE ALEJANDRÍA (30 a.d.C.-50 d.d.C.)
Para Filón es evidente la inspiración mosaica de los filósofos griegos. Es decir, que para él Platón y los demás debieron haberse inspirado en MOISÉS y su Pentateuco para poder pensar como lo hacía.
De hecho, las características que los filósofos griegos atribuyen al Ser son exactamente las mismas que las que constan en las Sagradas Escrituras como atributos de Dios:
1. El Ser (“Yo soy el que soy“)
2. Inmutabilidad e impasibilidad
3. Plenitud absoluta de perfección y de bienaventuranza que se basta a sí misma
4. Bondad infinita y eterna actividad benéfica.
Por supuesto, Filón tenía razón en parte. Está claro que hay un cierto parecido entre la Biblia y la filosofía griega.
No obstante, eso no es debido a que la segunda se inspirase directamente en la primera, sino más bien a que ambas formas de pensar de basan en las mismas fuentes: las religiones egipcia y mesopotámica.
El único aspecto de Filón de Alejandría que merece nuestro interés es su versión de la TRINIDAD DIVINA. Es el primer intento de hallar un equilibrio entre pensamiento bíblico y filosofía griega, inspirándose para ello en fuentes pitagóricas (el 3 es el número del espíritu).
San Agustín se basaría más tarde en esta ‘trinidad’, así como en su versión neoplatónica, para desarrollar su concepto de ‘Santísima Trinidad’ (Padre, Hijo y Espíritu Santo):
Neopitagóricos y platónicos pitagorizantes
Restos de la filosofía mística griega.: Apolonio de Tiana (40-97, ‘Cristo pagano’, personaje en el cual probablemente están inspirados la mayor parte de los milagros, etc., atribuidos a Jesús), Numenio de Apamea (160-180),Nicómaco de Gerasa (150), Hermes Trismegisto (siglo III), Plutarco de Queronea (50-125), etc.