Dios y el mundo
Las opiniones de Platón acerca del Dios y del mundo no son, como puede suponerse, más que una aplicación de la ‘teoría de las ideas’ a estos temas ; así, de-fine algunos conceptos fundamentales al respecto que en el fondo son básicamente los mismos que ya veíamos en otros pensadores anteriores, e incluso en las religiones del período pre-filosófico.
Para Platón, la existencia de Dios se puede explicar de dos formas: la primera es la que luego se haría clásica (a través Aristóteles y sus seguidores) del ‘primer motor‘, o voluntad que se supone puso a funcionar el universo.
Esa voluntad sería también la responsable de que se mantenga el orden de la naturaleza. La creación del mundo, en efecto, tuvo lugar, según él, cuando se pasó del CAOS al ORDEN.
El Universo, por su parte, está compuesto, según Platón, por los 4 elementos que ya se conocían desde Empédocles: fuego, aire, agua y tierra.
Ahora bien ; Platón hace, bajo influencia pitagórica, una interpretación matemática de esa teoría, asignando a cada elemento su figura geométrica correspondiente (ver esquema)
Según Platón, el mundo de las ideas es eterno (como el ‘ser’ de Parménides), y lo que nosotros entendemos como tiempo no es más que una imitación de la éternidad que nos permite medida.
El ‘movimiento’, a su vez, es el reflejo del equilibrio entre dos ideas: INTELIGENCIA y NECESIDAD.
El hombre y el alma
Platón define al hombre como aquel que usa de su cuerpo, es decir, que él identifica al hombre con el alma.
El alma es, opina, lo único importante, nuestro vínculo con el mundo de las ideas, y el cuerpo no es más que el vehículo que el alma utiliza para moverse por el mundo de las cosas.
Y, dada la primordial importancia del alma en el ser humano, Platón procede seguidamente a estudiarla, descubriendo que tiene tres partes o, mejor dicho, que hay tres almas por cada cuerpo /han de ser tres, pues 3 es el número pitagórico del espíritu): racional, pasional y apetitiva.
El ‘alma racional’ alberga la inteligencia y es la que está más cerca de las ideas. De hecho, es la única de las tres que sobrevivirá después de la muerte del cuerpo.
El ‘alma pasional’ domina los sentimientos y las pasiones, que pueden ser positivas o negativas según se dirijan más hacia lo espiritual o hacia lo material.
Que el ‘alma racional’ es inmortal se demuestra, según Platón, por la generación recíproca e infinita de los contrarios, o ‘ley cíclica’ que exige que siempre haya algo vivo en el universo.
Si esto no fuera así, no podríamos tener reminiscencia de las vidas anteriores, con lo cual toda la teoría platónica del conocimiento se vendría abajo.
Por otro lado, según el comportamiento que haya observado el ‘alma pasional’, según que ésta haya estado más apegada a lo espiritual o a lo material, el hombre recibirá después de la muerte del cuerpo su premio o su castigo respectiva-mente, de acuerdo con el siguiente esquema:
Almas puras – eterna vida bienaventurada
Almas impuras – transmigración
Por tanto, las almas que han estado en vida del cuerpo más en relación con lo espiritual que con lo material serán las únicas que podrán, una vez muerto éste, que-darse en el mundo de las ideas para siempre ; las otras estarán condenadas a vagar de cuerpo en cuerpo hasta que hayan conseguido alcanzar el grado de purificación necesario.
Se comprende entonces que en opinión de Platón, en consonancia con Sócrates, los pitagóricos y tantos otros filósofos anteriores, la FILOSOFÍA constituya para el ser humano el único vínculo posible con el mundo de las ideas, el único camino de purificación y salvación.