Esclavitud o libertad del hombre
Aquí se nos plantea una cuestión vital: si sólo se nos considera modos de manifestarse los atributos divinos, y sólo Dios conoce la razón de dichas manifestaciones suyas, ¿QUÉ SOMOS EN REALIDAD, LIBRES O ESCLAVOS? Spinoza (como Descartes) cree que en cierto sentido sí que somos libres.
Todo lo deriva de un ‘principio fundamental’:
CADA COSA TIENDE A PERSEVERAR EN SU PROPIO SER.
Es decir, que, por ejemplo, si un ser está vivo, hace lo posible por seguir viviendo.
Dicho ‘esfuerzo de auto conservación (conatus, en latín) constituye, Para Spinoza, la esencia de la cosa misma. Centrándonos en el tema del hombre, ese ‘conatus’ toma dos aspectos, atendiendo a su constitución dual (cuerpo y mente):
Mente sola — VOLUNTAD
Mente y cuerpo — APETITO
Volvemos, pues, al razonamiento de Descartes: la libertad, por lo visto, consiste en que la mente sea capaz de controlar al cuerpo.
DESEO = Apetito que tiene conciencia de sí
No habrá, pues, acciones ‘buenas’ o ‘malas’. Igual que en Descartes, todo depende de cada individuo particular.
VIRTUD = Obrar bien y estar contento)
MAL = Aquello que perjudica a la conservación
BIEN = Aquello que ayuda a la conservación (lo ÚTIL)
Para Spinoza, por tanto, igual que para los sofistas y para Sócrates, lo bueno es lo ‘útil’, y para él sólo puede considerarse útil para el hombre lo que le lleva a en-tender (“virtud = sabiduría“), es decir, el CONOCIMIENTO DE DIOS.
Podemos, pues, definir como sigue lo que entiende Spinoza por ‘hombre libre’:
HOMBRE LIBRE = El que, habiendo comprendido la naturaleza de las pasiones, se encuentra en condiciones de obrar independientemente de ellas
Este hombre libre, al reconocer la necesidad de las pasiones, se encuentra por encima de las mismas. En resumen, está contemplando a Dios.
- AMOR INTELECTUAL A DIOS = Alegría que nace del conocimiento de aquel orden necesario que es la misma sustancia de Dios (manifestación, a su vez, del amor infinito con que Dios se ama a sí mismo)