GOTTFRIED WILHELM LEIBNIZ (1646-1716)

Este pensador racionalista se encuentra en cierto sentido a medio camino entre Descartes y Spinoza.

Es importante por la influencia que ejerció en el pensamiento de Kant. Su filosofía, basada en las Matemáticas igual que la de Decartes, está ex-presada a base de ‘principios’:

PRINCIPIO DE LO MEJOR: Entre los diversos órdenes posibles, Dios ha elegido el más perfecto (el más simple y rico en fenómenos).

De este principio podemos sacar dos conclusiones:

  • Todo lo que existe es una POSIBILIDAD que se ha realizado.+
  • Un orden real nunca es necesario.

Como consecuencia, habrá que distinguir entre lo que es real y lo que simplemente es posible (recuérdese la distinción aristotélica entre POTENCIA y ACTO). Habrá, pues, según esto dos tipos de verdades:

  • VERDADES DE RAZÓN (necesarias, pero no se refieren a la realidad):
  • Afirmativas – PRINCIPIO DE IDENTIDAD: Todo es lo que es.
  • Negativas – PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN (o de ‘tercero excluido’):Una proposición es verdadera o falsa.
  • VERDADES DE HECHO (contingentes y concernientes a la realidad efecto-va):
  • PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIENTE: Nada se verifica sin una razón suficiente.

El ‘principio de razón suficiente’ remite, por supuesto, directamente a DIOS como causa final de todo lo que existe.

Esto era de esperar, ya que hemos visto cómo, en virtud del ‘principio de lo mejor’, Leibniz hace a Dios, en última instancia, responsable de todo lo existente (“Todo es manifestación de Dios“, diría Spinoza en una línea de pensamiento parecida).

De aquí deriva este autor el concepto de sustancia individual (o ‘ser completo’), que se corresponde aproximadamente con lo que Descartes denominaba ‘cosa absoluta’:

SUSTANCIA INDIVIDUAL = Aquella cuya noción es tan completa que basta para comprenderla y hacer deducir de ella todos los predicados del sujeto al que se atribuye

A partir de este concepto central deduce Leibniz todos sus puntos de vista acerca de la naturaleza.

Así, con respecto al tema de la Mecánica desarrolla dos nuevos principios, vagamente emparentados con los ya enunciados por Galileo y Descartes:

  • PRINCIPIO DE CONTINUIDAD: La naturaleza nunca da saltos
  • PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN DE LA ‘FUERZA’ (cantidad de movimiento): La cantidad de movimiento permanece constante.

Hay dos tipos de ‘fuerza’:

  • FUERZA PASIVA (masa) = Resistencia que un cuerpo opone a la penetración y al movimiento
  • FUERZA ACTIVA (conatus) = Tendencia a la acción.

Ambas fuerzas cooperan en la formación del concepto leibniziano de la ‘MÓNADA’, que entronca directamente con el pensamiento de los atomistas griegos:

MONADA = Átomo espiritual, sustancia simple, inextensa, sin figura e indivisible:

  • PRINCIPIO DE IDENTIDAD DE LOS INDECERNIBLES: No hay en la naturaleza dos seres perfectamente iguales.

La semejanza con el ‘atomismo’ no puede ser más perfecta: las mónadas no son iguales entre sí, ¡simplemente porque no pueden serlo! Todo deriva del anterior-mente citado ‘principio de razón suficiente’, que delega en Dios la responsabilidad por todo lo que existe.

Las mónadas, por tanto, tendrán las siguientes características:

  • Cada mónada constituye un punto de vista sobre el mundo.
  • Ninguna mónada se comunica directamente con las demás.
  • Hay en cada una de ellas una pluralidad de estados y relaciones (PERCEPCIÓN)

 

APETICIÓN = Paso de una ‘percepción’ a otra

Existen, según Leibniz, tres clases de mónadas. Esta división recuerda a las tres clases de almas de Platón y Aristóteles:

  • Puras y simples (poseen sólo percepciones confusas)
  • Con memoria (almas de los animales)
  • Con razón (espíritus humanos).

 

Según las distintas relaciones que establezcan unas mónadas con otras, darán lugar a las diversas cosas que existen en el mundo, que estarán formadas por dos tipos de materia:

  • MATERIA SEGUNDA (agregado de mónadas) — ESPÍRITUS
  • MATERIA PRIMERA (potencia activa que está en las mónadas) — CUER-POS

El resultado de todo el razonamiento filosófico de Leibniz es que en la naturaleza existe una ARMONÍA PREESTABLECIDA cuyo último responsable es Dios.

Su pensamiento, por tanto, no difiere mucho de los de Descartes y Spinoza, y por eso se le suele incluir entre los partidarios del ‘Racionalismo’.

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