El Arte
Nietzsche detecta en el arte (ya desde los tiempos del arte griego clásico) huellas de estas dos actitudes ante la vida.
Según él, la filosofía de Sócrates y de Platón, con su moral de renuncia a la vida y DECADENCIA, introdujo lo ‘APOLINEO’, sobre todo en las artes plásticas, don-de se tiende a buscar la armonía de las formas, transfigurando lo horrible y absurdo en ‘imágenes ideales’, ya sean sublimes o cómicas.
A nivel simbólico, podríamos decir que ha habido un intercambio de dioses: Apolo en vez de Dionisos. Sólo ve Nietzsche restos de lo ‘DIONISIA-CO’ en algunas obras musicales, y especial-mente en las óperas de Richard Wagner (1813-1883), en las cuales se nota, en su opinión, una cierta embriaguez y exaltación entusiasta.
Nietzsche, por tanto, definirá lo BELLO en el arte como afirmación, bendición, divinización de la existencia, y lo FEO, por el contrario, como objetividad, abstracción, debilitamiento de los sentidos, ascetismo.
El ‘eterno retorno’
Richard Wagner
Nos hallamos frente a un término fundamental dentro del pensamiento de Nietzsche.
Es el ‘si’ que el mundo se dice a si mismo, expresión cósmica de aquel espíritu dionisíaco que exalta y bendice la vida.
Como ya sabemos, Nietzsche opina que el mundo se nos presenta desprovisto de todo carácter de racionalidad (no es perfecto, ni bello, ni noble).
Esta explosión de fuerzas desordenadas, por otro lado, tiene en sí una ‘necesidad’, que es su voluntad de reafirmarse y, por ello, de volver eternamente sobre sí mismo.
Regresamos, pues, a la famosa LEY CÍCLICA UNIVERSAL de los antiguos. Dionisos, según Nietzsche, acabará más pronto o más tarde por volver a sustituir a Apolo en el dominio del mundo: es una ley necesaria e inevitable.