Ocupación del espacio: dentro y fuera del aula
La ocupación de los espacios y cómo se construyen estos, para el desarrollo de la cotidianidad, es otra de las áreas a las que se lleva la perspectiva de género.
Los lugares en los que desarrollamos las formaciones, cómo nos posicionamos las docentes en estos espacios, cómo se sitúa el alumnado, qué movimientos se realizan dentro del mismo, son también aspectos muy interesantes de analizar.
De manera general, se nos ha enseñado normalmente una disposición del aula que sitúa a la persona que imparte la formación delante de un grupo de personas que asisten a clase. Se sientan ordenadamente, unas detrás de otras, normalmente junto a las personas más afines. Esto permite una comunicación principalmente unidireccional y hace que las personas que están sentadas en la parte más alejada no participen igual en el proceso comunicativo, e incluso usen dichas posiciones para no participar. Además, las chicas suelen colocarse en el mismo espacio, separadas de los chicos, suele haber poca mezcla (aunque esto es variable según edad y grupo). Hay más seguridad entre los grupos afines (mujeres con mujeres están más cómodas, tienen los mismos códigos, más seguridad).
Por el contrario, hay otras formas de situarse en el espacio que permiten una mejor comunicación y trabajo. Por ejemplo, en círculo y la docente formando parte de ese círculo sin destacar en un espacio diferenciado.
Así, la comunicación es más fluida desde todas las partes del círculo, todas pueden participar y se crea una mayor sensación de igualdad.
Otra forma, es situar a las personas en grupos entre ellas y la docente moviéndose por las diferentes partes del aula, esta disposición permite los trabajos grupales.
Otra manera, sería ocupar el suelo. En muchas ocasiones, los espacios de las aulas y el exceso de mobiliario no nos permite estas disposiciones, por lo que hay que ser creativas y poner las mesas de forma que la mayoría de personas pueda establecer contacto visual, unas con otras, y que la docente esté en el mismo plano que el resto o le permita moverse por el espacio.
También, es interesante, usar de vez en cuando dinámicas que permitan a las personas ponerse de pie, cambiar de lugar en la clase y ocupar otros espacios. Esto hace que salgan de su zona de confort y que se relacionen con compañeras/os con los que, usualmente, no lo hacen. Estas sencillas acciones, guiadas de forma adecuada, permiten tomar conciencia de nuestras comodidades, de nuestras formas de relación, etc.
Para cerrar este apartado, apuntar otro elemento importante; los diferentes espacios que ocupan niñas y niños, chicas y chicos, mujeres y hombres.
Si somos observadoras podremos ver cosas como:
- Los niños ocupan más espacio en las zonas de juego (ej: pistas de fútbol). Por el contrario. Las niñas juegan a diversas cosas en esquinas del patio (ej: la comba, pelota, hablar, etc.). Centro-Periferia.
- Los chicos hacen deporte durante el recreo (especialmente fútbol). Las chicas se cuentan “sus cosas” en grupos. Actividad-Pasividad.
- Las mujeres, en los descansos de los cursos o el trabajo, gestionan otras cosas (hogar, familia, burocracia, hijas, etc.). Los hombres charlan entre ellos, van a tomar un café, o leen el periódico. Público-Privado.
Para la realización de las distintas acciones se ocupan diferentes espacios. La unión, visibilizada hace años, de las mujeres conectadas más al espacio privado y los hombres al público, y las mujeres ocupando espacios más pequeños (como si estorbaran) y los hombres más grandes (como si todo fuera suyo), es una realidad que todavía se puede observar en muchos contextos. Ante esto, hemos de enseñar a usar los espacios y los tiempos de nuevas formas.