La orientación de género
Ya hemos hablado de la identidad de género y en cómo el género hace alusión a una construcción socio-cultural determinada del ser hombre o del ser mujer. Como se apunta desde la organización Colombia Diversa, dicha construcción obedece a una historia y se remite a condiciones culturales y no simplemente a estructuras biológicas.
Existe una constante histórica que nos influye, consistente en que en muchas sociedades se espera que las hembras se hagan mujeres y los machos, hombres, en correspondencia con estereotipos fijos y preestablecidos. Sin embargo, las personas transgeneristas, por ejemplo, suelen construir una apariencia de género contraria a la esperada culturalmente (Colombia diversa, Cinep, 2007, p.29).
Por otro lado, la orientación sexual nos habla del aspecto relacional de la persona. Según esta misma organización (que vela por los derechos de las personas con identidades de género y orientaciones sexuales no normativas); la orientación sexual se vincula con el deseo sexual, opción sexual u otras denominaciones que ya se ubican en esta misma perspectiva, como orientación afectivo-erótica.
Es de anotar que se puede tener, por ejemplo, sexo femenino y poseer una orientación sexual de distintas direcciones: hacia otras mujeres u otros hombres o hacia bisexuales. Sobre este aspecto difícilmente se llega a consensos y se debe andar con sumo cuidado (Colombia Diversa, Cinep, 2007, pp.29-30).
También debemos eliminar los errores que existen en las percepciones de las personas cuando se cruzan aspectos de la orientación sexual con la identidad de género. Hay que decir que ambas definiciones responden a realidades muy diferentes entre sí.
Así, se da por hecho a veces que una persona con una identidad de género no normativa (por ejemplo, una mujer trans) debe sentirse necesariamente atraída hacia los hombres. Esto no tiene por qué ser así ya que una cosa es la identidad que esa persona tenga y otra la atracción que sienta hacia otras personas que, no necesariamente, tiene que desarrollarse hacia el género contrario.
De esta forma, debemos tener muy claro que una cosa es la identidad y la otra la orientación sexual y que ambas pueden ser perfectamente no normativas.