Resumiendo
“La lengua tiene un valor simbólico enorme; lo que no se nombre no existe…” Eulalia Lledó.
A continuación, daremos de forma resumida algunas de las claves ya dadas junto con otras a las que hasta ahora no hemos hecho alusión. Son las siguientes:
- INVIERTE LA FRASE. Reconocer cuándo estamos siendo sexistas con la utilización del lenguaje es fácil. Invierte la frase colocando a los hombres donde pensabas colocar a las mujeres y viceversa. Si la frase pierde su significado y su sentido, es que estábamos utilizando un lenguaje sexista.
Como podemos ver aquí, la segunda frase parece incluso “ridícula” ya que no es a lo que nos hemos habituado. Sin embargo, siempre son usadas estas formaciones cuando se habla de las mujeres.
Por ejemplo, el hecho de que calificativos como “bella” o la descripción física de las mismas siempre esté presente en nuestra informaciones, es un ejemplo de sexismo ya que, al darle la vuelta, percibimos que lo que queremos decir se percibe de forma negativa cuando se invierte el sexo de la persona a quien hacemos alusión.
- Evita el uso del género gramatical masculino como genérico e intenta nombrar siempre a mujeres y hombres de forma igualitaria.
- Hacer uso de palabras neutras siempre que sea posible.
- Si los cargos profesionales son ocupados por mujeres, no los nombres en masculino.
- Emplea sustantivos colectivos como “personal”, “plantilla”…
- Y, lo más importante, reflexiona sobre cómo tu forma de usar el lenguaje puede contribuir a la creación de una información más igualitaria.