Romper el tabú femenino
Ya hemos hablado del primer punto (uno de los más relevantes y de los más polémicos incluso) para conseguir mayor inclusión en cuestiones de género o de equidad por esta razón.
Hay dos claves más que queremos resaltar por su importancia y que destacamos en los siguientes puntos que siguen a nuestra clave número 1: la de evitar la norma del masculino genérico cuando estemos nombrando a las personas. Las nuevas pautas son las siguientes:
- Nombrar lo que vemos. No siempre hay que nombrar a mujeres y hombres de forma genérica bajo términos colectivos o abstractos que no insisten en marcar el género masculino. A veces es mucho más sencillo que todo eso: limitarnos a hacer referencia a lo que estamos viendo. Si bien es cierto que, de forma escrita, puede resultar pesado estar haciendo alusión siempre a “ellos y ellas” de forma constante (y para ello hemos apuntado las claves anteriores), esto no tiene que suceder cuando hablamos ya que nuestro discurso se percibe con mayor rapidez y, por tanto, de forma menos densa. Un ejemplo de “nombrar lo que vemos” es el siguiente: si nos encontramos ante un público al que tengo que dirigirme formado por mujeres y hombres, podemos empezar diciendo “buenos días a todas y todos”. Si sólo han acudido mujeres, haces alusión solo a “ellas” cuando les estas hablando y viceversa.
- Combatir la reticencia de usar los términos femeninos por considerarlos “erróneos” o “menos importantes. Frente a “la juez”, mejor decir la “jueza”. Recuperar, en este sentido, el femenino de las profesiones (administrativa, pedagoga, concejala, etc.). Esto tiene mucho que ver con lo anterior que apuntábamos y es que el hecho de que estos puestos no se nombraran en femenino está en que no existían ya que las profesiones que se imponían a las mujeres estaban limitadas a la casa y a otras que se han feminizado con el tiempo como todo lo referente a los cuidados. Actualmente sí existen y, por tanto, tiene que haber una concordancia de géneros con el sustantivo femenino.
- Hacer un uso más reiterado de los pronombres “quien” y “quienes” en sustitución de términos que no representan a ambos géneros. Por ejemplo, sustituir “los solicitantes” por “quienes solicitan”. Otras opciones serían “cada solicitante” o “cualquier solicitante”. Esta última clave aplicada de forma constante es una de las más eficaces por su economía lingüística y porque puede aplicarse en muchas ocasiones.