Prehistoria en la Península Ibérica: Epipaleolítico o Mesolítico
En la Península Ibérica se fecha este período entre el 8.000 a.C y el 6.000/5.000 a.C.
Ambos términos, epipaleolítico y mesolítico, tiene la misma validez para llamar a esta época en la que nos encontramos; el primero de ellos (más allá de la piedra) se utilizó por los historiadores que veían en esta cultura formas de vida del Paleolítico, y el segundo (piedra media) por los que consideraban que este período de tiempo era simplemente un puente, una transición entre el Paleolítico y el Neolítico. Pero más allá de toda la polémica en torno a la denominación que usaremos, veamos qué características podemos resaltar de dicho período.
Comienza ahora la diferenciación de razas y la colonización de otras zonas, estamos en un estadio intermedio entre una sociedad depredadora y una productora.
El clima se suaviza, con la importancia que eso conlleva, pues a más temperatura condiciones de habitabilidad mejores, pero también deshielos que hacen que el nivel de mares y ríos suban (con la consecuente desaparición de los asentamientos en los márgenes de éstos), especies animales que se ven afectadas y que se trasladan a otros lugares o directamente desaparecen (elefantes lanudos y renos, por ejemplo desaparecen de la Península; por el contrario, ciervos, jabalíes y conejos son más numerosos... aunque de menor tamaño y más escurridizos y difíciles de cazar); en definitiva, un complejo período de adaptación. Como en los períodos anteriores, cada zona de la Península Ibérica tendrá una evolución diferente, pero nosotros no trataremos estos casos de forma individual, generalizaremos para una mejor comprensión, y especialmente para una mayor brevedad.
Fosil de pez.
Como dato importante hay que destacar que la pintura rupestre casi se deja de realizar (sustituido por el arte mobiliar), algo que está directamente relacionado con la subida de las temperaturas que citamos en párrafos anteriores... ¿por qué? sencillo: se dejan de habitar y concebir las cuevas como santuarios, ahora se pueden habitar zonas al aire libre que ofrecen una mayor “comodidad” a los grupos de individuos, pues se pueden situar más cerca de fuentes de alimento, etc... el nomadismo empieza a desaparecer, si bien no del todo, algo que hará que los grupos de individuos sean cada vez más numerosos.
La caza (avance en las herramientas de caza que permiten la inserción en palos de piedras de diferentes tamaños para cazar animales terrestres y aves por medio de arcos y flechas; es lo que se denomina “microlitización”, o lo que es lo mismo, creación de pequeñas piezas de piedra para cazar especies más pequeñas también) y la recolección (comienzan a sembrar sus propias plantas) son la base de la alimentación, pero también hay pesca y marisqueo en zonas de ríos y costa (existen incluso “concheros”, lugares donde se depositaban las conchas de los moluscos que recogían).
Los frutos secos (principalmente piñones, nueces y bellotas) se almacenan, las carnes de animales y peces se ahuman; cada vez observamos mayores signos de complejidad... incluso parece que se aprecia cierto grado de domesticación en animales como el perro en algunas regiones de la Península. Parece ser que se observa también cierta actividad apicultora.
Carne en proceso de ahumado.
En lo que al aspecto funerario se refiere no hay una evolución significativa más allá de la complejidad de los ajuares, produciéndose el “gran salto evolutivo” en este aspecto en el Neolítico (lecciones siguientes).
Para terminar, señalar que los principales yacimientos los encontramos en la zona cantábrica, levante y costa de Portugal.