Síndrome de Masecli
La palabra síndrome es ampliamente usada en medicina, y significa: conjunto de signos y de síntomas que acompañan a una enfermedad o padecimiento.
Los signos son todos aquellos cambios objetivos que el médico puede evaluar, ya que son visibles y cuantificables; por ejemplo el vómito, la piel seca, la fiebre, el frío, la tos, la diarrea, la presión arterial alta o baja, etc.
En cambio, los síntomas son subjetivos y personales, ya que es el paciente el que los experimenta y los evalúa.
Sin embargo, un médico avezado (ducho, experimentado) evaluando signos y síntomas, puede establecer un buen diagnóstico de la enfermedad que aqueja al paciente y dar la medicación o tratamiento adecuado.
Bueno, ahora sí podemos seguir hablando del síndrome de Masecli; este término lo acuñé hace unos 40 años cuando me di a la tarea de investigar qué estaba pasando con la atención y servicio al cliente en la ciudad de México.
El resultado de esa investigación fue el siguiente:
1. Más del 70% de los extranjeros que venían por vez primera a la ciudad de México, no les quedaban ganas de regresar, por el mal servicio y atención que recibían en hoteles, restaurantes, tiendas, taxis, plazas comerciales, bares, teatros, etc.
2. Más del 20% se quejaron de abusos en los cobros y hasta de robos de sus pertenencias en el aeropuerto, taxis, en los cuartos de hotel y en la calle.
3. Un 18% manifestó haber padecido de infecciones gastrointestinales por los alimentos que comieron.
Después de 30 años, las cosas no han cambiado mucho:
- “La atención al cliente es el punto más débil de la banca en México, ya que todavía existen elevados tiempos de espera y de respuesta a los usuarios tanto vía telefónica como por correo electrónico”.
- En México, la atención al cliente quedó en último plano para muchas de las empresas que operan en el país, y realizar alguna consulta o pago es un vía crucis.
- La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) informó que el año pasado (2012), recibió 114 mil 43 quejas, y los sectores que más molestias reportaron fueron telecomunicaciones con 27 mil 323, electricidad con 11 mil 144 y turismo con 7 mil 197.
- En México no se tiene una regulación estricta que logre desincentivar el que las empresas den malos servicios a sus clientes.
¿Cómo lo ven amigos?
Y es que mientras la mayoría de las empresas y negocios sigan con sus absurdos paradigmas, van a pasar otros 30 años y las cosas seguirán casi igual que hoy.
A continuación, algunos paradigmas en que se basan muchos dueños y gerentes de negocios de todo tipo en México:
- En el mercado, la empresa tiene la posición importante y el cliente sólo es el sujeto de la venta - compra; la transacción, no el cliente, es lo que hace rentable a la empresa.
- El producto (o servicio) que ofrece la empresa no requiere de ningún ajuste o modificación, y mucho menos del punto de vista del cliente.
- Si el cliente en verdad necesita el producto, entonces pagará lo que se fije por él y aceptará las condiciones estipuladas.
- La empresa se encuentra comprometida con la producción y las ventas, sin embargo, sacar el producto tiene sus implicaciones. El cliente no puede estar exigiendo tiempo, lugares, cantidades y condiciones que le convengan.
- La relación con el cliente concluye cuando este paga por el producto (o servicio) que ha adquirido.
- El cliente no necesita que nos comuniquemos con él.
- La empresa y el cliente son 2 entidades separadas en lo administrativo y lo ‘emocional’. El cliente viene a lo que viene, a comprar y se acabó.
- La empresa no reconoce la existencia de ‘clientes internos’; cualquier empleado, colaborador o persona relacionada con la operación de la misma, ha de coadyuvar con las ventas, no con conceptos como el clima organizacional del servicio al cliente, que son poco redituables.
- La capacitación es un pretexto de universidades, despachos, consultores y asesores de mercadotecnia, para sacarle dinero a las empresas.
- ¡Qué tontería invertir en el servicio al cliente!
Va de cuento: En una famosa rosticería de pollos trabajaba una antigua colaboradora en mi casa. Su función era limpiar la casa de arriba a bajo para que luciera impecable.
Pues bien, en una ocasión platicando con ella, vino el tema de los pollos rostizados y me comentó que alguna vez al estar sazonando con hierbas y aceite un pollo crudo éste ya olia mal; llamó al dueño y le explicó la situación. Su jefe lejos de hacer lo que el buen juicio y la salubridad exigían realizar, se limitó a decir: -"Ponle más sazonadores y aceite y listo, al rosticero".
Este es sólo un ejemplo de los miles que a diario suceden en el País; no hay sentido común, no hay conciencia; no hay honestidad ni mucho menos hacer las cosas lo mejor posible.
Colofón de este capítulo: “Y llegará el día en que a lo malo lo llamarán bueno, y a lo bueno lo llamarán malo” (Biblia).