Actitudes ejemplares. Modelos a imitar
Dentro de los nuevos sectores de la economía (nuevas tecnologías, servicios sociales, marketing y publicidad…) hay uno que destaca actualmente quizás más que el resto, el sector del medio ambiente. Y probablemente tenga una importancia especial por ser transversal a los tres sectores tradicionales (agrario, industrial y servicios) por lo que la nueva economía ecológica puede aparecer en casi cualquier tipo de actividad que se desarrolle en la actualidad.
Definir el concepto de “economía ecológica” es complejo, porque dependiendo del autor se puede ir a definiciones más cercanas al ecodesarrollo (poner límites al crecimiento para preservar los recursos naturales) o más próximas al desarrollo sostenible o sustentable (seguir creciendo pero buscando un equilibrio con la naturaleza). Como este manual pretende ser práctico, nos centraremos en identificar a aquellas empresas que forman esta economía ecológica o “verde”.
Aunque habrá que diferenciar entre dos tipos:
1. Empresas ambientalmente sostenibles.
2. Empresas del sector del medio ambiente.
En principio, las primeras serían empresas que hayan integrado en su modelo de gestión la preocupación por preservar el medio y actúen en consecuencia minimizando sus impactos ambientales. El segundo caso abarcaría todas aquellas actividades cuyo negocio está fundamentado en el desarrollo sostenible y la protección ambiental (energías renovables, tratamiento de residuos, gestión de recursos naturales, depuración de vertidos, formación y educación ambiental…).
En este tema se van a dar a conocer comportamientos empresariales ejemplares, ya sean corporaciones pertenecientes al sector o sociedades que hayan desarrollado con éxito comportamientos ambientales a seguir, y que se basan en los siguientes hechos contrastados:
1. Generación de empleos “verdes”: en las últimas décadas, se ha hecho patente la necesidad y oportunidad de invertir en energías renovables, infraestructuras de transporte y movilidad sostenible, productos ecológicos, arquitectura inteligente, gestión de residuos (el llamado oro marrón)…, todo ello motivado por una presión social creciente que demanda estos productos y servicios.
2. Autosuficiencia energética: las políticas de ahorro y eficiencia en el consumo energético, y el descubrimiento y explotación de las fuentes renovables, ha hecho que muchas empresas hayan encontrado un nicho de negocio en este sentido y que incluso países enteros hayan reducido fuertemente su dependencia energética del exterior (por ejemplo Dinamarca con la energía eólica o Brasil con el etanol) traduciéndose este suceso en la obtención de beneficios extraordinarios.
Consejo: Escribir en el buscador de vídeos “Solar Project Australia”.
3. Maximización de la calidad. Excelencia: Las mejoras integradas en el proceso productivo como consecuencia del nuevo modelo de gestión, basadas en la eficiencia en el empleo de energía y recursos, desemboca en un notable incremento de la durabilidad de los bienes, la minimización de los desechos y rechazos en la cadena de producción, la incorporación de materiales biodegradables, la aparición de productos multifunción…, todos estos hitos son percibidos por el cliente como señales inequívocas de calidad en la producción de un bien o en la prestación de un servicio, favoreciendo la identificación de la marca con la excelencia.
4. Escrupuloso cumplimiento de la ley: Las empresas que observan con rigor las leyes ambientales de obligado cumplimiento en su territorio, no sólo son mejor valoradas por los habitantes del lugar sino que además evitan sanciones y reciben incentivos y ayudas por parte de los gobiernos de turno. Además, acoger en la propia organización los preceptos establecidos por algunas normas de carácter voluntario, ha pasado en los últimos años de ser algo puramente anecdótico a representar un objetivo básico para muchas empresas que tienen fuertes competidores dentro del mercado en el que desarrollan su actividad. Un ejemplo claro son los Sistemas de Gestión Ambiental basados en la Norma ISO 14.001, implantados en miles de empresas de todos los tamaños y lugares del mundo.
Partiendo de esas premisas, se puede ahora definir el perfil de una empresa de economía ecológica sobre la base conformada por aspectos comunes que comparten estas organizaciones:
1. Visión de futuro: En la raíz del cambio de modelo, se sitúan los directivos y responsables de estas empresas, pues son ellos los que han apreciado la necesidad (u oportunidad estratégica) de integrar el factor ambiental en sus procesos de trabajo y en algunos casos como fuente inspiradora de negocio.
2. Iniciativas basadas en el conocimiento: En la mayoría de los casos, las personas responsables e instigadoras del cambio, son profesionales formados en la materia o al menos conocedores de la problemática ambiental. Para el caso de las empresas de base tecnológica, muchas de ellas tienen su origen en la propia Universidad y han surgido como spin-offs.
3. Proyección internacional: En ciertos sectores de algunos países se requieren algunas certificaciones o etiquetas de tipo ecológico para entrar en licitaciones y concursos destinados a la adjudicación de contratos con el sector público. No sólo eso, muchas compañías multinacionales exigen a sus proveedores y subcontratas contar con algunas de estos sellos de excelencia para poder trabajar con ellos. Las empresas más rigurosas con la implantación de modelos de sostenibilidad son aquellas con perspectiva de crecimiento internacional.
4. Innovación como objetivo: Sin duda, las empresas más preocupadas por la eficiencia energética y la sostenibilidad en el empleo de sus recursos, son aquellas que han visto en la innovación el punto de partida para mejorar su competitividad en el mercado y asegurar la perdurabilidad de su negocio. No en vano, hoy en día la innovación y el medio ambiente son dos caras de una misma moneda, pues cada mejora en los procesos de producción, cada producto nuevo o cada fuente de energía descubierta, está fuertemente condicionada por las leyes, las políticas y los criterios científicos que se han instaurado globalmente en torno a la preservación del medio.
Una vez que se conoce el fundamento del cambio de modelo empresarial, y el perfil de las organizaciones que forman parte de la economía ecológica, se van a tocar a continuación algunos de los sectores más influenciados por las políticas sostenibles, para hacer más sencilla la identificación de estas empresas:
1. Sector energético: En este sector, las empresas de la nueva economía verde son muy fáciles de diferenciar del resto, serán aquellas que usen fuentes de energía renovables en todos sus procesos o que, al menos, desarrollen importantes líneas de negocio con energía solar, eólica, geotérmica, de la biomasa…
2. Sector agroalimentario: En este caso se distinguirán aquellas sociedades que utilicen técnicas de cultivo sostenibles (especialmente con el consumo de agua), que carezcan de carácter intensivo, que se apoyen en métodos tradicionales… y especialmente aquellas que comercialicen productos ecológicos convenientemente certificados.
3. Sector residuos: Los procesos de separación en origen, tratamiento y puesta en valor de los residuos, diferenciarán a las empresas que los implementen de aquellas otras que se limiten a eliminar los desechos en vertederos o, peor aún, en depósitos incontrolados. Aunque este tipo de negocios están fuertemente condicionados por las políticas desarrolladas por los gobiernos locales.
4. Sector construcción: Destacan aquí aquellos estudios de arquitectura e ingenierías que incorporan criterios de sostenibilidad y autonomía energética desde el diseño del edificio o infraestructura, las promotoras que recuperan lugares degradados, las constructoras que usan materiales ecológicos (recuperados, reciclados, modulables…), etc.
5. Sector turismo, deporte y ocio: Serían aquellas empresas que ofrecen alternativas al turismo de sol y playa, que apuestan por el turismo rural e integran programas de educación ambiental en su oferta de ocio, o aquellas otras que desarrollan actividades deportivas al aire libre desde el respeto al entorno en el que se alojan y colaboran con las poblaciones locales en su promoción cultural, ayudando a que no se pierdan oficios y actividades que tradicionalmente se han desarrollado en equilibrio con su entorno.
Finalmente, no es objeto de este manual poner ejemplos concretos de empresas “ecoeficientes”, pues podría suponer un agravio comparativo para otras sociedades (pues hacer que aparezcan todas es imposible). Sin embargo, en Internet hay multitud de listas de empresas con comportamientos ambientales ejemplares, recomendamos al lector que acuda a estos listados antes de decidirse a adquirir un bien o servicio en el mercado.