Repercusión social del cambio en la gestión
En este tema se va a tratar la influencia en la sociedad que de manera directa tienen todas las actitudes, medidas, políticas y finalidades establecidas con anterioridad, porque el contenido de este manual quedaría demasiado frívolo si sólo se valorasen los aspectos puramente económicos y no se tuviese en cuenta cual es el origen de la responsabilidad que adquieren con su entorno las empresas desde el mismo momento en que comienzan a funcionar.
En la Cumbre de la Tierra, celebrada en Rio de Janeiro en 1992, se acuñó el principio “quien contamina paga” que refleja la necesidad de que los costes de reparación del daño causado, sean directamente imputados a la empresa u organismo causante del mal. El objetivo fundamental de este principio es evitar que los perjuicios sobre el medio motivados por el desarrollo de actividades productivas, deban ser reparados con fondos públicos y que las diferentes actividades económicas tengan una mayor consideración sobre la conservación de su entorno, sabiendo en todo momento cuales serían las consecuencias de los posibles daños.
Por poner un ejemplo, la nuclear es una fuente energética barata si se considera únicamente el rendimiento de una planta tipo, los costes de construcción y mantenimiento, y el volumen de energía que se puede producir con muy poca cantidad de materia prima. Pero el análisis es incompleto si no se internalizan los costes sociales y ambientales que lleva acoplados esta actividad (construcción de cementerios nucleares, contaminación de cursos de agua, riesgo de accidentes en el transporte y en la propia planta, etc.).
En la Unión Europea se publicó hace unos años la Directiva 2004/35/CE, inspirada en el principio “quien contamina paga”, establece un marco legislativo común que tiene como fin evitar y reparar los daños producidos sobre plantas, animales, hábitats, suelos y recursos hídricos. A partir de ella se han generado numerosas leyes y reglamentos en los Estados miembros, que configuran una nueva forma de responsabilidad para las empresas y organismos, la medioambiental.
Pero estas consecuencias sobre el medio natural, quedan ciertamente alejadas de lo que el ser humano es capaz de percibir directamente y es necesario traducir esos efectos sobre la naturaleza en repercusiones sobre la sociedad, como las que se muestran a continuación:
1. Éxodo rural a las ciudades: El crecimiento continuo de la población unido a la caída en picado del sector agrario, provocado por el deterioro de las tierras y la falta de trabajo y oportunidades en el mundo rural, han provocado que en la actualidad aproximadamente 2/3 de la población viva en zonas urbanas en Europa y las dos Américas, y 1/3 en África y Asia, según datos de Naciones Unidas. Esto se traduce en la creación de bolsas de marginación, en la congestión de las infraestructuras, la saturación de los servicios públicos, etc.
2. Carestía de recursos: La ausencia de equilibrio entre el consumo humano y la capacidad del medio que lo soporta para generar recursos suficientes, se hace patente a escala mundial (donde más del 80% de la población mundial vive en condiciones de pobreza) y local (las restricciones de suministro eléctrico, agua potable, combustibles… son problemas que empiezan a aparecer en las grandes ciudades).
3. Falta de salubridad: La elevada producción de emisiones, vertidos y residuos se hace patente cerca del foco emisor (en las aglomeraciones urbanas) y en otros puntos muy distantes (en el medio rural), y aparecen en las poblaciones problemas respiratorios, enfermedades contagiosas, alertas pandémicas, alergias, etc. Todo esto tiene un elevado coste para los servicios de salud de los países que lo sufren y afectan especialmente a los trabajadores de las industrias más contaminantes.
4. Generación de conflictos sociales: Los motivos por los cuales se generan los conflictos bélicos pueden tener su origen en la política o en la religión, pero comúnmente se deben a la lucha por la propiedad de las tierras, los recursos energéticos, el agua, etc. Además, los resultados de una guerra son zonas devastadas, escasez de alimentos y medicamentos, exclusión social, etc.
Con el cambio en el modelo de gestión, la empresa no sólo estará mejorando su competitividad en el mercado y su margen de beneficios, sino que además estará contribuyendo a asentar un modelo de crecimiento sostenible en su territorio que, entre otras bondades, presenta las siguientes:
1. Optimizar el aprovechamiento de los recursos reduce costes, y genera empleo estable y de calidad.
2. La autonomía energética configura sociedades autosuficientes donde la producción propia cubre la demanda.
3. La minimización de los vertidos, residuos y emisiones mejora la habitabilidad de los territorios y la convivencia entre sus pobladores.
4. Mejorar las condiciones de salubridad e higiene, descarga de presión a los servicios sanitarios públicos y permite invertir en nuevas oportunidades.
5. La conservación y restauración de espacios naturales refuerza la identidad de un territorio, y facilita la comprensión y empatía de los habitantes del lugar ante la aplicación de medidas ambientales.
6. Las buenas prácticas ambientales en la empresa se trasladan al ámbito privado, generándose así una conciencia común en la ciudadanía.
Como conclusión es preciso decir que, la máxima del modelo de desarrollo sostenible “piensa globalmente actúa localmente” tendría que conjugarse ahora con la de “piensa y actúa localmente”, ya que si todas las organizaciones integran en su método de trabajo mejoras que benefician la perpetuación de su negocio al tiempo que inciden positivamente en su entorno, el conjunto tendrá un beneficio global para la sociedad y se estará promoviendo un cambio de modelo económico mundial desde un cambio en el propio modelo de producción empresarial.