Metodologías de medición de la contaminación odorífera

Existen numerosos métodos de evaluación del impacto odorífero de una actividad sobre su entorno, y cabe destacar los siguientes:

        A.    MEDICIONES DE CAMPO: CONCENTRACIÓN / DETECCIÓN DE OLORES.

Estas metodologías se basan en la detección y medición de los olores en el campo objeto de estudio, mediante observadores que se reaparten por el territorio donde se pretende evaluar las molestias odoríferas causadas sobre una determinada población. La norma alemana VDI 3940 recoge uno de estos métodos (conocidos como métodos de panel de campo), basado en la medición directa de los panelistas y además permite obtener la frecuencia de detección de un olor. Otra metodología basada en la medición “in situ” en campo es el uso de encuestas de olor y cálculo del índice de molestia (a partir del índice de Köster). Este método no sólo tiene en cuenta la frecuencia de detección del olor, como hace la norma alemana, sino también la intensidad del olor. Está muy extendido en Francia, de acuerdo con lo establecido por el Decreto de 12 de febrero de 2003, sobre los requisitos para las instalaciones clasificadas sujetas a autorización conforme a la sección 2730.

        B.    TABLAS FIDO.

Suponen una herramienta simple y fácil de usar, que permite establecer si un olor puede resultar molesto o no. Se basa en el estudio de la frecuencia, la duración, la intensidad y el carácter agradable o desagradable del olor, y se utiliza en el Estado de Texas (Estados Unidos de América).

Intensidad del olor 

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Olores muy ofensivos

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Olores ofensivos 

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Olores desagradables 

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Olores no desagradables

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       C.    NARICES ELECTRÓNICAS.

Formadas por una serie de sensores metálicos de distinta naturaleza, que reaccionan de modos diferentes ante la exposición a un mismo compuesto químico.

Una vez que la mezcla olorosa entra en contacto con los sensores de la nariz electrónica, se produce una respuesta que no se evalúa de forma individual, sino unitariamente para el conjunto de los sensores, de forma similar al funcionamiento de una red neuronal, donde se producen interacciones entre los diferentes receptores nerviosos.

Antes de someter el equipo a ninguna muestra, hay que programarlo para que relacione la respuesta con la concentración/intensidad de olor. Esto se hace a partir de una base de datos de conocimiento que tiene su origen en los valores obtenidos por panelistas humanos.

       D.    MODELIZACIÓN.

Permite medir el impacto odorífero sobre el entorno inmediato, que genera (o va a generar) una determinada instalación existente (o futura), se basa en el uso de modelos matemáticos de dispersión de contaminantes y es el método teórico más utilizado para la valoración de la contaminación odorífera producida por una fuente. Existen numerosos modelos que permiten medir el impacto de los olores, desde los de nueva generación (AERMOD, ADMS, CALPUFF…) hasta los más antiguos de tipo gausiano (como el ISCST3). Se debe escoger, en base a una justificación, el modelo de simulación más adecuado a cada situación, ya que el resultado de la modelización dependerá de factores como la orografía, la meteorología, la frecuencia de cada emisión, etc. Al final se obtiene la concentración de olor en inmisión, que suele representarse mediante líneas isodoras (esto es, con un mismo valor de concentración de olor). Una vez establecidas, estas isodoras  pueden compararse con valores de referencia para las distintas actividades.

        E.    OLFATOMETRÍA DE CAMPO.

Permite evaluar la concentración de olor existente en el aire ambiente en el lugar donde se producen las quejas. Esta medición se ejecuta utilizando un equipo portátil que permite efectuar distintos niveles de dilución de aire, al disponer de dos entradas separadas. Por la primera de ellas pasará el aire ambiente, donde se encuentran las sustancias olorosas, y por la segunda el aire exento de sustancias olorosas. Esto se consigue mediante unos filtros de carbón activo incorporados en esa segunda entrada, que limpian el aire. La relación cantidad de aire oloroso / cantidad de aire limpio, se regula estrechando el orificio de paso de aire, de este modo, el aparato permite distintas relaciones de volumen entre el aire con olor y sin olor. Estas relaciones de volúmenes van a permitir conocer la concentración de olor existente en el aire del lugar. La labor del panelista consiste ahora en oler las distintas relaciones de volumen, hasta que deje de percibir el olor (umbral de detección), para determinar si existe o no una molestia tendrá que considerar la intensidad, duración y frecuencia de los episodios de olor.

        F.    OTRAS METODOLOGÍAS.

A continuación se van a presentar brevemente un conjunto de herramientas sencillas y económicas, que permiten obtener una primera evaluación del impacto odorífero asociado a una mezcla.

  • Nomogramas: se trata de un diagrama bidimensional que permite el cálculo gráfico y aproximado de una función que determina el olor producido. Los más básicos incorporan dos ejes, en uno de ellos se introduce el valor de emisión de la carga odorífera (calculado a partir de datos reales o estimados) y en el otro la distancia a la que se espera que se produzcan molestias por olores o a la que se prevé que exista una determinada concentración odorífera.

 

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  • Reclamaciones: otro instrumento que permite medir el impacto de los olores es el número de quejas recibidas por los organismos que deben saber de ellas (administraciones públicas, defensores del pueblo…) y otros entes (asociaciones de consumidores, despachos de abogados…). Un elevado número de reclamaciones suele ser indicativo de la existencia de este tipo de contaminación, por lo que es conveniente que en los puntos de atención al ciudadano se disponga de un modelo normalizado para su registro, que permita reflejar toda la información que pueda resultar útil para la resolución del problema.

En las siguientes líneas, se muestra un posible procedimiento para evaluar la contaminación odorífera causada por una actividad determinada, ante la que la población ha presentado quejas, pues no va a ser necesario estudiar una actividad existente que no ha producido reclamaciones ni una nueva de la que se sabe con certeza que no va a producirlas.

        A.    NUEVA ACTIVIDAD.

Para evaluar una actividad nueva primeramente será necesario:

  • Utilizando factores de emisión, realizar una primera previsión sobre cuáles van a ser las emisiones olorosas potenciales.
  • Determinar la distancia a la que se estima que existe un impacto por olores, una vez que se haya obtenido la emisión total y con la ayuda de un nomograma.Esto va a permitir saber si dicho impacto odorífero afectarán o no a zonas habitadas.

Si se demuestra la existencia de una alta probabilidad de impacto tras este primer diagnóstico, lo primero que debe plantearse es un cambio de ubicación para la actividad prevista. Si esto no fuese posible, la minimización de las emisiones generadas.

Una vez que se establezca definitivamente la zona donde se va a situar la actividad, habrá que realizar un estudio más detallado en el que:

  • Se usarán modelos matemáticos de dispersión de contaminantes a fin de determinar el impacto odorífero causado, incorporando datos orográficos y meteorológicos que permitan obtener un valor de inmisión odorífera más fiable.
  • Seguidamente, se calculará el valor de la inmisión odorífera usando para ello criterios contrastados de concentración de olor en inmisión (cálculo del percentil 98) incluyendo el tono hedónico para los distintos sectores industriales a objeto de determinar su límite.

Esta última fase servirá para determinar las medidas correctoras a implantar y, posteriormente, como referencia al órgano ambiental competente para otorgar (o denegar) la correspondiente autorización.

        B.    ACTIVIDAD EXISTENTE.

Para evaluar una actividad existente será necesario:

  • Realizar una medición de las unidades de olor según la Norma UNE-EN 13725, para obtener las unidades de olor en emisión desde las fuentes odoríferas de la actividad.
  • Llevar a cabo una simulación de la dispersión de las unidades de olor en emisión, utilizando para ello los modelos matemáticos de simulación de la dispersión.
  • Calcular la inmisión que lleva asociada la actividad y determinar su límite, de acuerdo con criterios contrastados de concentración de olor en inmisión (percentil 98) incluyendo el tono hedónico para los distintos sectores industriales.

       C.    CASOS PARTICULARES.

Para las situaciones más complicadas puede ser muy difícil seguir la metodología anteriormente descrita (o directamente imposible), en ese caso se puede estudiar la aplicación de otras metodologías, dando prioridad a aquellas más razonables desde el punto de vista económico.

Para nuevas instalaciones en las que no se pueda disponer de factores de emisión, se deberán buscar paralelismos y utilizar los datos de aquellas instalaciones más parecidas que ya se encuentren en funcionamiento, y/o realizar previsiones poco optimistas (aplicando una reserva de seguridad) a partir de los datos de diseño.

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