Operaciones de gestión
Según la Ley 22/2011, de residuos y suelos contaminados, se entiende por gestión de residuos, “la recogida, el transporte y tratamiento de los residuos”. Esto significa que cualquiera de estas operaciones se considera incluida dentro del concepto de gestión, como fases de un único proceso.
Dice esta misma Ley que la recogida comprende “el acopio de residuos, incluida la clasificación y almacenamiento iniciales para su transporte a una instalación de tratamiento”. Esto plantea la cuestión de si debe considerarse gestión cualquier almacenamiento de residuos diferente del inicial al que claramente se refiere la norma.
La respuesta es obvia, cualquier etapa intermedia que se inserte dentro del proceso de gestión de residuos, debe ser considerada parte integrante del mismo ya que, en este caso, el modo en que se realicen los almacenamientos intermedios va a condicionar las sucesivas operaciones de gestión (de nada servirá disponer de unos magníficos contenedores en la vía pública, si luego los residuos están sometidos a todo tipo de inclemencias en sus almacenes temporales de las propias plantas de tratamiento).
Mención aparte merece la clasificación, que debe estar siempre lo más cercana posible al origen, a la generación de los desechos. Por un motivo fundamental, cuanto menos se mezclen los residuos mayores posibilidades tendrán de ser recuperados y más sencillo será el proceso de gestión de los mismos. Para ello se imponen sobre todo las medidas preventivas encaminadas a evitar que, desde el productor hasta el gestor final, nadie facilite la confusión de desechos de diferente tipología.
Asimismo, el transporte tampoco puede ser considerado como una operación puntual, ya que desde que se producen los residuos hasta que son definitivamente tratados pueden sucederse numerosos traslados entre diferentes instalaciones (almacenes temporales, estaciones de transferencia, gestores intermedios, plantas de tratamiento…) y es bastante común que así sea.
Quizás la más compleja de las etapas de la gestión de residuos sea la última, el tratamiento, pues incluye “las operaciones de valorización o eliminación, incluida la preparación anterior a la valorización o eliminación”. A efectos prácticos, se podría decir que el tratamiento incluye tres operaciones en una:
1º. Preparación.
2º. Valorización.
3º. Eliminación.
Pues cualquiera de ellas tiene sentido por separado, y puede que bajo un determinado modelo de gestión aparezcan todas o sólo alguna.
De este modo, puede decirse que a todos los efectos puede haber hasta seis fases comprendidas dentro de la gestión de residuos, que en resumen serían las siguientes:
1. Clasificación.
2. Almacenamiento.
3. Transporte.
4. Preparación.
5. Valorización.
6. Eliminación.
Recuérdese que estas operaciones pueden estar repetidas, aparecer con un orden diferente al expuesto aquí o, incluso, no estar presentes en un determinado modelo de gestión; sin embargo, cualquier actividad de gestión de residuos que se realice va a estar recogida dentro de alguna de estas fases, las cuales van a ser estudiadas una por una en los próximos temas.
No pueden ordenarse por orden de importancia puesto que todas son fundamentales dentro del proceso de gestión, pero está claro que las operaciones correspondientes al tratamiento (preparación, valorización y eliminación) van a presentar una mayor complejidad que el resto, tanto tecnológica como metodológica, aunque sin perder de vista que el tratamiento será efectivo sólo si también lo fueron las fases precedentes.
Por último, son componentes esenciales de la gestión de residuos, las funciones administrativas, financieras, legales y de planificación llevadas a cabo por los responsables de estas actuaciones, y las tecnologías que intervienen en todo el ciclo de los desechos.