Colaboración de la familia en el tratamiento
Cualquiera que sea el sistema que la persona opte hábitos alimentarios saludables, es muy importante que su familia o las personas con las que convive cotidianamente participen.
Considerar que los buenos hábitos no serán algo pasajero, sino que deberá conservarlos de por vida. Si no se piensa en términos de largo plazo, se mantendrá bien solo mientras coma correctamente, pero en cuanto los excesos en las comidas comiencen a ser frecuentes, ganará peso y perderá el control de glucosa, lípidos y presión arterial, o parecerá otras complicaciones relacionadas con sus malas costumbres alimentarias.
La familia puede motivarlo y compartir los buenos propósitos de mejorar la calidad de la alimentación.
Entre el paciente y la familia deben seguir estas recomendaciones:
No comprar ni tener a la vista alimentos cuya ingestión haya que controlar, ya que de lo contrario, será aún más difícil abstenerse de consumirlos.
No preparar menús específicos o comida por separado para el paciente y el resto de la familia.
Hacer lo posible para que la dieta mantenga las buenas costumbres alimentarias de la familia y sus tradiciones.
Adaptar el costo de la alimentación al presupuesto familiar.
Evitar que la alimentación se convierta en tema de discusión y disgustos entre la familia.
No ceder a presiones de la familia de comer cuando el paciente ha decidido no hacerlo.
En los momentos de convivencia familiar, o especiales para el paciente y sus seres queridos, evitar “premiarse” con excesos en las comidas.
De ser posible, acostumbrarse a comer en compañía de las personas que saben de sus intentos por alimentarse correctamente (o reducir de peso, si es el caso), y que usted siente que lo apoyan para ello.
Disfrutar y compartir con los seres queridos una alimentación saludable.