¿Qué entendemos por sistematización? (II)
En ese proceso, los seres humanos organizan y buscan controlar los poderes, por la fuerza o la violencia, pero también inventan las normas en la tentativa de reducir significativamente la necesidad del uso de la fuerza o la violencia en sus relaciones, al tiempo que constituyen sistemas productivos y simbólicos.
Estos se expresan en la organización de la producción, en el ejercicio del poder y en la elaboración de los saberes. Se concretizan en instituciones productivas y simbólicas: las fábricas, servicios (el Estado, la familia, las iglesias, etc.). Pero también, en los valores que se manifiestan en las leyes, reglamentos, constituciones, místicas, etc., que se van conformando de acuerdo con el juego de intereses personales, de grupo en que se diferencian los seres humanos (clases sociales, segmentos, “status”, etc.).
Al interior de esas diferentes y divergentes actividades humanas, surge, en las prácticas denominadas en América Latina de educación popular, un hacer intelectual y axiológico que se ha venido conociendo con el nombre de sistematización de experiencias, que está configurando su especificidad como una modalidad de apropiación, por los seres humanos, de su propia experiencia a través de la identificación y construcción del sentido de su hacer.
Esa experiencia o vivencia va adquiriendo sentido personal y colectivo a través de la construcción intelectual voluntariamente planeada y ejecutada como forma de ampliar y profundizar su trascendencia histórica. La construcción del sentido se manifiesta como sabiduría y/o representaciones sociales.
El proceso voluntario de construcción de sentido implica:
- Seleccionar y organizar informaciones.
- Establecer relaciones.
- Construir síntesis.
- Interpretar experiencias y vivencias”.
La manera más sencilla, breve y clara de definir la sistematización consiste en afirmar que se trata de una reflexión sobre la experiencia. Aún cuando esta reflexión no es nada ‘sistemática’ y tampoco intencionada siquiera, esta disposición a sacar las lecciones de nuestras experiencias cotidianas, incluso de las más triviales, constituye indudablemente el punto de partida de la sistematización.
Así, una de las formas fundamentales del aprendizaje, el tanteo y error, descansa fundamentalmente en una actitud sistematizadora: ir descartando progresivamente los procedimientos que resultan infructuosos mientras se va reteniendo y perfeccionando los que parecen llevar exitosamente al resultado esperado.
Para la autora Marfil Francke (1995) “la sistematización de experiencias de promoción es un proceso de reconstrucción y reflexión analítica sobre una experiencia de promoción vivida personalmente (o sobre determinados aspectos de ésta), mediante el cual interpretamos lo sucedido, para comprenderlo. Ello permite obtener un producto consistente y sustentado, a partir del cual es posible transmitir la experiencia, confrontarla con otras y con el conocimiento teórico existente, y así contribuir a una acumulación de conocimientos generados desde y para la práctica”.
Para María Mercedes Barnechea (2007) “la sistematización de experiencias, justamente, pretende explicitar, organizar y por tanto, hacer comunicables, los saberes adquiridos en la experiencia, convirtiéndolos por consiguiente, en conocimientos producto de una reflexión crítica sobre la práctica”.
Para Garapena, “en términos generales podemos definir la sistematización como la interpretación crítica de una experiencia que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí y por qué lo han hecho de ese modo”.
Pero entonces, ¿qué no es sistematizar? según Oscar Jara (2000):
- Narrar experiencias (aunque el testimonio pueda ser útil para sistematizar, se debe ir mucho más allá de la narración).
- Describir procesos (porque, aunque es necesario hacerlo, se requiere pasar del nivel descriptivo al interpretativo).
- Clasificar experiencias por categorías comunes (esto podría ser una actividad que ayude al ordenamiento, pero no agota la necesidad de interpretar el proceso).
- Ordenar y tabular información sobre experiencias (igual que en el caso anterior).
- Hacer una disertación teórica ejemplificando con algunas referencias prácticas (porque no sería una conceptualización surgida de la interpretación de esos procesos).