Conclusiones
Como hemos visto durante el curso, no todos los niños aprenden al mismo tiempo, y por lo tanto no todos están igual de preparados a la hora de enfrentarse al aprendizaje de la lectoescritura. Asegurarnos que poseen todas las habilidades básicas previas necesarias para su inicio les proporcionará mayor percepción de control y una mayor eficacia en el proceso, protegiendo así su autoestima y un mayor éxito.
Este punto es aún más importante cuando hablamos de alumnos con necesidades educativas especiales, pues su dificultad estriba en alguna o algunas de estas habilidades.
Como habréis podido comprobar, dentro de la clasificación establecida hay una serie de conceptos muy relacionados entre sí, y que aunque puedan pertenecer a dos áreas diferentes deban trabajarse juntas. Por ejemplo, podemos ver que discriminación visual y atención van de la mano, y que una discriminación visual deficiente repercutirá de manera negativa en tareas que requieran atención. De igual modo se relacionan la discriminación auditiva y la conciencia fonológica, silábica y léxica; la motricidad y la articulación; el esquema corporal, la lateralidad y la orientación espacial, etc.
Es por este mismo motivo que diferentes actividades pueden desarrollar distintas habilidades. Por ejemplo, la tarea de seguir un laberinto con el lápiz trabaja la psicomotriciad fina, la grafomotricidad, la atención sostenida, la percepción visual, la memoria visual, etc. Por lo tanto supone una actividad muy competa y que exige múltiples habilidades para ser realizada correctamente.