Causas del estrés y diseño de la Terapia
Después de ver algunos factores que pueden provocar estrés, cabe preguntarse si, acaso, delinear alguna forma de clasificación de situaciones o ámbitos estresantes para las personas guarda una relación directa con el buen diseño de la terapia adecuada.
La respuesta admite varias consideraciones.
Por una parte, conocer las causas de tensión es necesario, ciertamente, para la confección del plan terapéutico apropiado.
De hecho, no es lo mismo que los principales eventos problemáticos que afectan a una persona en su ‘aquí’ y en su ‘ahora’ provengan del mundo del trabajo que del ámbito de la familia o de su propia y debilitada esfera emocional.
Por otra, como ya se dijo anteriormente, ‘se debe recordar que cualquier conjunto de causas son reducibles, finalmente, a un factor principal y determinante para la generación del estrés: la ruptura o alteración de un orden, programa, rutina, proyecto, conjunto de acciones, o como se le quiera llamar’, que el individuo ya internalizó previamente, definiéndolo como la expresión de objetivos saludables para ser realizados dentro de un período.
En este marco, la interrupción de dicho orden o rutina, no sólo que lo frustra sino que –literalmente- le estresa en mayor o menor medida, deviniendo este nuevo estresor en un factor distinto que se incorpora al conjunto de elementos que ya existían en su estado preexistente de estrés, lo que podrá disparar cualquier tipo de combinación perniciosa, que agravará el cuadro inicial.
En el mismo contexto, una interrupción al orden de actividades queridas y programadas por la persona, no sólo le obligará a dar una respuesta creativa en el momento, sino que -especialmente- le sacará de foco, le hará perder el rumbo por algún tiempo, aunque sea por unos pocos segundos o minutos.
Y, en la medida que situaciones similares ocurran con frecuencia, puede que la inclinen gradualmente a organizar cada vez menos sus tareas ordinarias (como su quehaceres laborales, el control de la economía doméstica o el ejercicio de sus responsabilidades personales en el entorno familiar), con la creciente tentación, por expresarlo de algún modo, de dejar mucho en manos de la improvisación.
En esta instancia, cabe recordar que toda respuesta exigida frente a un evento inesperado de urgente resolución (improvisación), implica siempre un vínculo directo con el ejercicio del acto creativo.
Pero si tales tipos de respuestas en lo cotidiano dejan de tener el carácter de excepcional y pasan a ser prácticamente lo habitual durante cada jornada, le producirá a la larga una fatiga adicional y completamente indeseada, puesto que los procesos de creatividad se caracterizan por un nivel elevado de esfuerzo mental y psicológico.24
De este modo, gradualmente, puede que la persona termine por relativizar la importancia de sus proyectos, limite sus aspiraciones personales, renuncie parcialmente a la administración de sus propios tiempos y al de su familia, y cultive de a poco la sensación de que la vida no solo es compleja e impredecible, sino que –además- es muy poco el protagonismo personal que se puede tener en lo cotidiano.
Si un individuo llegara a este extremo, si en algún momento creyera que de poco sirven los anhelos y las expectativas, si se convenciera de que lo que corresponde es, sencillamente, dejar que las cosas sucedan espontanea o improvisadamente, entonces no sólo estaría recorriendo el camino que lo lleva a las puertas de un estrés crónico, de muy difícil resolución, sino que, además, perdería la noción básica del rol protagónico de su propia suerte; y de ser corresponsable parcial, además, del destino de sus seres queridos.
En suma, cualquier clasificación razonable de los factores de estrés tiene su razón de ser y constituye un elemento necesario para el diseño de la terapia adecuada.
Pero, aún así, debe recordarse siempre que cualquier acumulado de tensiones estresantes más o menos recientes y adecuadamente identificadas, se combinarán en la psiquis de la persona con el conjunto de elementos que ya existían en un eventual estado preexistente de estrés no resuelto, por lo que el plan terapéutico deberá intentar ir más allá del relato de los hechos estresantes que el afectado pueda describir o suponer en las primeras entrevistas, aún cuando ello ameritara –ocasionalmente- la intervención de un psicólogo o similar.
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(24) La creatividad, en general, (que comprende diversos procesos mentales entrelazados y que no han sido totalmente comprendidos por la fisiología) goza de muy buena fama. Ligada a la improvisación, se la valora, por ejemplo, por cómo sobrellevan una situación imprevista los músicos, actores, poetas, bailarines o conductores de programas en vivo. Sin embargo, debe comprenderse que estas ocasiones constituyen la excepción en la vida de tales personas.
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