La dimensión Estresante del Dolor
El tema del dolor como detonante del estrés, merece una mención especial.
Y es que ‘toda forma de dolor estresa, y mucho’. Desde un simple dolor de cabeza, hasta el sufrimiento prolongado durante una convalecencia, pasando por los dolores crónicos (como la fibromialgia, un trastorno que provoca dolores musculares y cansancio), o las contracturas o espasmos de origen nervioso.
Pero al mismo tiempo, ‘el estrés generado por el dolor intensifica el sufrimiento, agudizando la experiencia personal de ese mismo dolor’.
En otras palabras, se genera un círculo vicioso creciente, que se podría describir del siguiente modo: ‘el dolor genera estrés; el estrés potencia la percepción del dolor; y, a más dolor, más estrés. Y así sucesivamente’.
Por otra parte, aunque a veces resulte difícil determinar qué se inició primero (si el dolor o el estrés), lo que compete al Facilitador pasará por promover acciones tendientes a disminuir el dolor.
En algunas situaciones (las más delicadas y severas), será aconsejando a la persona que concurra al médico para un diagnóstico y tratamiento; o para que le indique algún miorelajante (medicamento se utiliza como tratamiento para la contractura muscular). En otras, aconsejando sesiones de kinesiología, o sugiriendo masajes relajantes periódicos.
Claro está que, en caso de que el Facilitador además sepa realizar masajes, nada le impediría acordar encuentros adicionales para tales fines, al menos en aquellos casos que -a su juicio- así lo ameriten.