Economía y Ética. Introducción

La economía, a partir de autores como Sir William Petty y Leon Walras, ha experimentado un importante avance en el enfoque que Amartya Sen denomina técnico. Este enfoque no se plantea los fines últimos del hombre**, sino que considera los fines dados de forma directa, y el objetivo de dicho enfoque es encontrar los medios para alcanzarlos.

 

La concepción tradicional de la economía se basa en un comportamiento humano que sigue motivos simples y fácilmente caracterizables. Así, la economía considera al hombre, de una forma esquemática, como hombre racional que se guía por un comportamiento estrictamente egoísta, tratando de hacer máxima su utilidad, sin consideración por las repercusiones sobre los demás, que no sean para incrementar dicha utilidad.

 

Esta visión del hombre como ser racional que sólo intenta el logro de la maximización del propio interés, es un enfoque muy parcial que no toma en consideración el variado y plural conjunto de motivaciones humanas, no teniendo que ser todas estrictamente egoístas. La participación en un grupo supone en ocasiones el sacrificio de los propios intereses por lealtad hacia el conjunto al que se pertenece. Del mismo modo, el postergar intereses personales para defender alguna causa, nos muestran comportamientos que van más lejos del simple esquema del utilitarismo como egoísmo propio.

 

Por tanto, lo que se trata de dilucidar es si el comportamiento humano, que evidentemente obedece en buena medida a consideraciones estrictamente egoístas, toma en consideración otros tipos de motivaciones. Como manifiesta Amartya Sen (pág. 37)**:"La cuestión real se encuentra en saber si es una pluralidad de motivaciones o exclusivamente el egoísmo lo que mueve a los seres humanos.”

 

El intento de explicar la economía real partiendo de un esquema del hombre tan simple, necesariamente muestra notables deficiencias, y puede perjudicar el desarrollo de una teoría económica que realmente ofrezca una explicación de la economía real. El hombre racional no necesariamente tiene que ser plenamente egoísta y responder a las simplificaciones de la economía clásica. Estas necesarias simplificaciones iniciales se muestran hoy como un lastre, que puede impedir el adecuado progreso de la ciencia en su intento de explicar y predecir los comportamientos económicos efectivos de una sociedad.

 

De hecho, se están comenzando a desarrollar toda una serie de teorías alternativas referentes al comportamiento que se requiere para conseguir el éxito económico, que están basadas en estudios comparativos de países con diferentes sistemas de valores imperantes. En el caso de Japón, existe una fuerte evidencia empírica que sugiere que las desviaciones sistemáticas del comportamiento egoísta hacia el deber, la lealtad** y la buena voluntad, han desempeñado un papel fundamental en el éxito industrial.

 

 

** Un factor esencial para el éxito de las empresas lo constituye la fidelidad, la lealtad de los clientes. Una estrategia eficaz, basada en la fidelidad, debe desarrollar un programa integral que incluya la lealtad de la empresa para con los empleados y la de estos para con los clientes. El cumplimiento de los principios éticos es el elemento que conecta la fidelidad de los clientes, la lealtad de los empleados y el comportamiento responsable, con una estrategia rentable y sostenible a largo plazo. En este sentido de la necesidad de una gestión basada en la lealtad, REICHHELD F. F. (1993) “Los beneficios de la gestión basada en la lealtad” Harvard Deusto Business Review, pp 4-16.

 

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