El Teorico del capitalismo: Adam Smith
Este autor plantea una mezcla de amor propio y otras fuerzas virtuosas que limitan el amor propio. Este es muy diferente del egoísmo, argumentando que el pensar en nosotros mismos, el buscar que nos estimen o aprueben, puede ser muchas veces un motivo virtuoso para actuar.
De esta forma, Smith considera la prudencia como la virtud que es más provechosa para el individuo, aún cuando ésta va más allá de la maximización del propio interés. Estando compuesta esta virtud de dos cualidades, por un lado el dominio de uno mismo, y por otro, la razón y el entendimiento. Esta idea de autocontrol o de dominio de uno mismo, de raíces estoicas, no es estrictamente idéntica a la idea de egoísmo. Como el mismo Adam Smith (1976, pág. 140)** afirma: "El hombre, según los estoicos, debe considerarse a sí mismo, no como algo separado e independiente, sino como un ciudadano del mundo, un miembro de la vasta comunidad de la naturaleza... para el interés de esta comunidad, debe, en todo momento, sacrificar sus pequeños intereses."
Pero no descuida el estudio de los intereses sociales o colectivos, y de la ética en un sentido amplio, considerando que la humanidad, la justicia, la generosidad y el espíritu público, son las cualidades más beneficiosas para los demás. Smith critica los grupos que utilizan su poder para distorsionar las leyes del libre mercado y hacer triunfar sus intereses particulares sobre el interés general de la sociedad.** Considerando la justicia, como la virtud indispensable para la sociedad, siendo correcto y cuenta con la aprobación de todas las personas el empleo de la fuerza para cumplir con las reglas de la justicia.**
Es, en definitiva, la visión de este autor una perspectiva armoniosa, que incluye como motivación importante, aunque no única, del hombre económico el egoísmo, pero que también constata la importancia de la prudencia, la simpatía y benevolencia como virtudes necesarias en el individuo. Como manifiesta, al estudiar los escritos de Adam Smith, el profesor Cooker E.W.**: “La prudencia, compasión y el deseo de la aprobación de los demás, todos limitan el comportamiento”.
Esta visión parcial, que numerosas veces se ha difundido sobre el pensamiento de Adam Smith, normalmente olvida el que éste aboga por la inversión en enseñanza pública, y aunque critica las leyes de ayuda a los pobres de su época, no se opone a tales ayudas.
Del mismo modo, se preocupa por las consecuencias personales para los trabajadores, producida por la división del trabajo que lleva a una actividad rutinaria, poco creativa, repetitiva y perjudicial, tal como manifiesta Coker** (1990, pág. 139): "El hombre que se pasa la vida entera realizando unas pocas y simples operaciones, se convierte en tan ignorante como puede ser posible para una criatura humana”.
Nos aporta una interesante explicación de por qué, aún persiguiendo de igual modo el propio interés, unos comerciantes se comportan de forma más honrada y cumplen su palabra, mientras que otros por el contrario, tienen una forma de proceder poco escrupulosa. Adam Smith** observa, que la honradez y el cumplimiento de la palabra entre los comerciantes, varía de forma notable en los diferentes países.
La respuesta a esta apreciación la encuentra en la frecuencia de tratos y en el número de operaciones comerciales, y si éstas son muy repetidas y asiduas, o por el contrario son pocas y esporádicas**. El objetivo del comerciante que busca su propio interés, es hacer máximo su beneficio. Por ello, para el que realiza un numero muy elevado de operaciones cada día, lo importante no es una sola transacción, sino el resultado del conjunto. De esta forma, aquella persona que comercia de forma muy repetida, da un gran valor a su propia imagen, y no le interesa engañar o mentir puesto que la percepción de los demás de su honradez es fundamental para su beneficio.
Por el contrario, en aquellos países o para aquellas personas que realizan tratos de forma muy esporádica, el conservar una imagen propia tiene mucho menos valor comercial. Por esto, será mucho más propensas a mentir o engañar, en la búsqueda del máximo beneficio.
Es, según Adam Smith, la frecuencia de tratos lo más determinante para el comportamiento honrado, y por tanto, habrá que esperar que cuanto menos habitual sea la relación establecida, mayor sea el grado de deshonestidad.