Teoría Ética.Introducción, Implicaciones y Teoría Deontológica
1. INTRODUCCIÓN A LAS TEORÍAS ÉTICAS.
Las teorías éticas, a lo largo del tiempo, han evolucionado de forma sustancial. Son importantes como modo de pensar, de plantear una cuestión. Podemos distinguir como teorías fundamentales la corriente utilitarista y la deontológica. De gran influencia es asimismo la filosofía Kantiana. En los últimos años ha suscitado un gran interés la influyente Teoría de la Justicia de Rawls***. Esta Teoría de la Justicia tiene un gran interés como estrategia de pensamiento para la planificación y resolución de conflictos. Otras corrientes enfatizan las distintas posibilidades y métodos de lograr el consenso entre grupos sociales.
2. IMPLICACIONES
La falta de ética puede tener diversos resultados: una redistribución de la riqueza, una eliminación de incentivos para la mejora de la sociedad, de la producción, así como todo tipo de efectos perjudiciales para la sociedad, lesiones, malnutrición, disminución de la riqueza disponible, etc. Davis (1992)** analiza los diferentes tipos de riesgos y errores cuando se toman decisiones morales. Adoptando conceptos tomados de la estadística, este autor considera posible dos tipos de errores cuando se toma una decisión:
a) Tipo I: una verdad es rechazada como falsa.
b) Tipo II: una falsedad es aceptada como verdadera.
El estilo moral se define en función del grado en que se acepta uno de los tipos de errores. Este concepto de estilo moral es trasladable al marketing, constituyendo dos tipos de estilos morales que no son igualmente aceptables, sino que por el contrario, uno es preferible al otro desde el punto de vista de la ética.
- Tipo I: No se lanza un producto al mercado ni se realizan actividades de marketing hasta tener la seguridad de su comprensión correcta por parte del público, y de no producir efectos perniciosos en las personas, la sociedad o el medio ambiente.
- Tipo II: Se realizan actividades de marketing y se lanzan al mercado productos, mientras no se demuestre claramente que son perjudiciales para las personas o el ecosistema.
Muchas empresas y organizaciones en general, actualmente toman decisiones con un estilo moral del tipo II, según esta clasificación. Es preciso, por tanto, para mayor seguridad y calidad de vida, el cambio de estilo en la toma de decisiones. Una mentalidad nueva en la forma de decidir que tienda a evitar errores y daños al mismo tiempo que actúa de forma estratégica anticipándose a los problemas, evitándolos. Esta reorientación de la forma de decidir que abarca toda la empresa, sus múltiples funciones, requiere un nuevo estilo ético en la toma de decisiones, estilo que anteriormente hemos definido como Tipo I.
3. TEORÍA DEONTOLÓGICA
La deontología defiende la moralidad a priori del uso de las reglas. Para estas teorías se tiene un conocimiento intuitivo de la moral, teniendo las normas y derechos un carácter sustantivo.
La deontología, por tanto, se centra en las obligaciones y deberes, formulando normalmente una lista de preceptos que se deben cumplir. Por tanto, los derechos y normas tienen un carácter sustantivo, tienen valor en sí mismas y no como meros instrumentos.
En los últimos años se han desarrollados una nueva corriente deontológica intentando partir de un conjunto de derechos humano***. La Teoría Deontológica se enfrenta a la suma dificultad del desarrollo argumental desde unos principios muy genéricos, a las aplicaciones particulares a un problema de decisión concreto.
Mientras que el utilitarismo evalúa las reglas en función de sus consecuencias, las teorías deontológicas se centran en el comportamiento o las acciones de los individuos. Por lo tanto, lo fundamental en la deontología es la inherente corrección o incorrección de un comportamiento humano.
Tal como manifiesta Rawls (1979, pág. 53)***: "Las teorías intuicionistas tienen entonces, dos características: primera, consisten en una pluralidad de primeros principios que pueden estar en conflicto, dando soluciones contrarias en tipos de casos particulares; y segunda, no incluyen un método explícito, ni reglas de prioridad para valorar estos principios entre sí: simplemente hemos de hacer intuitivamente un balance, mediante el cual averiguar por aproximación lo más correcto".
Las teorías deontológicas, por tanto, formulan diferentes preceptos primarios. A partir de estos preceptos básicos, se deducen preceptos más particulares que se aplican a los problemas específicos. La deontología evalúa la ética de una determinada acción basándose en la adecuación del comportamiento a un determinado sistema de preceptos o normas. Los diferentes conjuntos de normas deducidas de otras de orden superior, y que no consideran explícitamente el principio del cálculo de la utilidad, son por tanto no-utilitaristas. Algunos autores como el mismo Rawls, al clasificar las teorías éticas significativas, distinguen sólo dos grandes grupos: las teorías utilitaristas y las deontológicas. En palabras de Rawls (1979, pág. 48)**: "El utilitarismo es una teoría teleológica, mientras que la justicia como imparcialidad no lo es. Entonces, por definición, esta última es una teoría deontológica, sea porque no especifica el bien independientemente de lo correcto, o por no interpretar lo correcto como maximización del bien".
El resurgir de una preocupación por los derechos y libertades es puesta de manifiesto por autores como Amartya Sen: "En el despertar de la ética basada en los derechos ocurridos en las últimas décadas, éstos se han considerado con frecuencia en términos deontológicos, que toman la forma de restricciones que los demás deben obedecer. La elegante estructura moral basada en los derechos de Robert Nozick**, es un ejemplo que hay que destacar".
Cuando una teoría deontológica, por ejemplo, prescribe cumplir las promesas, es porque considera que es un deber que se impone al sujeto, independientemente de las consecuencias concretas. Un utilitarista clásico pediría calcular las consecuencias de no cumplir una determinada promesa, mientras que el deontológico proclama que siempre hay que cumplir una promesa.