Vivir el Presente
Todos llevamos con nosotros de forma continua "una mochila" donde se albergan todas las experiencias buenas y menos buenas que nos han sucedido en la vida.
En la mayoría de las ocasiones quedamos anclados en hechos desagradables que nos sucedieron hace tiempo y el doloroso recuerdo nos impide avanzar consiguiendo que nuestro estado de ánimo no sea el óptimo.
Ese malestar también nos afecta a nuestra visión de futuro consiguiendo que nos preocupemos en exceso por lo que nos va a suceder, en muchas ocasiones anticipando una catástrofe sin saber con certeza el resultado.
¿Cuál es el resultado?
Que mientras perdemos el tiempo rememorando el pasado y prediciendo el futuro NOS PERDEMOS EL PRESENTE.
Es frecuente encontrarte tomando un café con un amigo y que éste mire el reloj continuamente por la cantidad de cosas que tiene que hacer después. No está disfrutando el momento. No saborea cada sorbo, no huele el aroma, no disfruta de la conversación, ni se percata de la decoración de la cafetería...
También es frecuente encontrarte a alguien que tuvo un desengaño amoroso y no quiere repetir la experiencia "porque seguro que me sale mal", "tengo muy mala suerte en el amor", o alguien que tuvo una mala experiencia laboral y "esto no es lo mío", "no valgo para este trabajo" sin analizar qué pudo pasar y si la otra parte también tuvo algo que ver en que no saliese bien.
Las experiencias que llevamos en nuestra mochila son nuestras y como tal hay que aceptarlas. Otra vez vuelve a salir la ACEPTACIÓN que es primordial para todo. Si ya pasó es obvio que no podemos cambiarlo, si lo aceptamos podemos asimilarlo y analizar qué sucedió, si nos pudimos equivocar en algo y cómo podemos actuar a partir de ahora. Y si todavía no ha sucedido no podemos anticipar que va a salir mal porque hoy por hoy nadie es adivino y hay que dar oportunidad al destino. Eso si, con las debidas precauciones y reflexión adecuada.