Autocuidados
La mayoría de las personas que sufren demencia son cuidadas en su medio familiar. En muchos de estos casos una persona sola, por lo general una mujer, es quien asume en su totalidad la carga de esta tarea. El principal problema, aparte de la falta de apoyos familiares y externos, es la falta de preparación de los cuidadores. La buena fe y el afecto por la persona enferma no terminan por compensar los conocimientos que debe poseer una persona para no sufrir las consecuencias negativas de ser cuidador.
Principalmente, los cuidadores desconocen el alcance real del deterioro que sufrirá su familiar, y la mejor manera de estimularlo y cuidarlo. Por lo tanto, subestimarán los problemas y responsabilidades que deberán afrontar y cómo esto les puede afectar personalmente.
Este tipo de cuidados son tan demandantes y absorbentes que en ocasiones el cuidador principal puede llegar a descuidarse a sí mismo y sufrir un considerable desgaste físico y psicológico debido al estrés, el cansancio y la ansiedad.
De este modo, es esencial la implementación de programas para formar adecuadamente a los cuidadores. Por su parte, los familiares pueden buscar apoyo e información a través de instituciones públicas de salud y servicios sociales, asociaciones de enfermos y familiares, e incluso a través de la web.
La sobrecarga del cuidador se concreta a través de una serie de riesgos, entre los que destacan:
- El cuidador puede asumir una carga de tareas y responsabilidades por encima de sus capacidades, movido por el cariño hacia el paciente y el desconocimiento sobre la gravedad de la enfermedad.
Para evitar esta situación, es importante que el cuidador trate de informarse y de aprovechar toda la ayuda a su alcance. Debe intentar conservar el apoyo emocional, dentro y fuera del ámbito familiar, para facilitar la descarga emocional, las relaciones sociales y poder compartir responsabilidades y decisiones cuando sea posible.
- Existe el riesgo de que la persona cuidadora descuide e incluso ponga en riesgo su salud física y psicológica.
Por ello, deben mantenerse unos hábitos alimenticios adecuados y una dieta equilibrada. También es importante realizar ejercicio físico, respetar los momentos de descanso y sueño del cuidador, y mantener actividades lúdicas y de entretenimiento para evitar el desgaste y el aislamiento. El cuidador debería introducir en su rutina diaria técnicas de relajación respiratorias o ejercicios pertenecientes a disciplinas como el yoga o el tai chi.
- Por último, un riesgo muy frecuente es del actuar de acuerdo a las necesidades actuales del paciente, olvidando el deterioro que sufrirá en el futuro. En este tipo de enfermedades degenerativas es esencial planificar el futuro a medio y largo plazo y estar preparado para cubrir las necesidades futuras antes de que se produzcan.
Como cuidadores, debemos tener presente que los cuidados que nos proporcionamos a nosotros mismos son tan importantes como aquellos que proveemos a la persona enferma. Nuestro familiar depende, en mayor o menor medida, de nosotros, por lo que es fundamental que los cuidadores se encuentren en el mejor estado físico y psíquico posible para poder cuidar de él. Los cuidadores deben aprender a asumir y reconocer que no pueden llevar a cabo esta tarea solos. Deben compartir y delegar tareas y responsabilidades cuando sea posible, y buscar apoyo externo para asumir los cuidados de una persona con Alzheimer.