¿Qué esconde el verano? La esclavitud de la belleza como espacio de resistencia
Estamos en pleno verano y el bombardeo sobre cómo tienen que estar los cuerpos de las mujeres sigue fuerte.
Ahora la depilación ya no se circunscribe a una acción mujeril, los hombres son el nuevo nicho de mercado de la depilación, ya sean las cremas depilatorias, la cuchilla, la cera o el láser.
También a ellos se les enseña cómo tener un cuerpo 10, marcando músculo y sin pelo en pecho, se acabó el “macho ibérico” y llegó el “metrosexual”.
Aun así, hoy nos centraremos en la imagen de “mujer”, ya que cada día encontramos cientos de mensajes que nos demandan tiempo, recursos y quebraderos de cabeza.
“A ver si me da tiempo a ir a la cera después de trabajar” o, “si me da tiempo a depilarme, voy”, son algunas de las frases que puedo escuchar de boca de las mujeres en verano. También están muy extendidas las de,“¡uy! es que tengo mucha celulitis”, “estoy yendo a la LPG”, “vaya molla que me sale del bikini”. Estas frases entran dentro de la normalidad veraniega. Y el problema no es que se digan, sino que se dicen tanto que llegan a ser mantras del verano y se crean como problema, pues se viven desde ahí.
Además de esto, las acciones que han de llevarse a cabo para esta demanda estética conllevan un tiempo y unos recursos que no se suelen visibilizar. Y es ahí donde queremos hoy poner nuestro foco. Y al mismo tiempo, visibilizar que ese tiempo y recursos pueden ser usados como resistencias (tiempos, recursos y espacios propios).
El verano ya llegó, ya llegó, ya llegó, y la dieta comenzó, comenzó, comenzó
La dieta empieza un poco antes de verano. Es genial que las personas quieran hacer una dieta sana, si la excusa es la “operación bikini”, pues anda, ¡aprovechar! El punto aquí es que lo que suele pasar es que "ella" se pone a dieta en casa y el resto de la familia (si la hay) sigue comiendo igual.
Por un lado, porque en muchas ocasiones es una dieta focalizada en la persona para adelgazar, no una dieta general equilibrada. Por otro, porque no se enfoca como un cambio de dieta saludable para el grupo, sino como un cambio de una persona en particular. Es claro que si no hay más personas en la vivienda, esto no se produce.
Esto lleva a las mujeres que hacen dieta y que se encargan de la comida familiar, a aumentar su esfuerzo y tiempo en pensar, comprar y cocinar diferentes alimentos cada día. Así como los recursos económicos que a alimentación se destinan, pues en muchas ocasiones las dietas van acompañadas de “complementos alimenticios”.
De forma que, es un buen punto cuando aprovechamos este mandato de belleza para cuidarnos, cambiar hábitos alimenticios de todo el grupo (si lo hay), y que todo el mundo participe de la creación de la dieta equilibrada (responsabilidad).
Run, run, run....
El ejercicio es parte fundamental de una vida sana y activa. Al igual que la dieta, si la excusa es la “operación bikini” pues ¡allá vamos! Aquí lo que ocurre en ocasiones es que hay que buscar el tiempo para realizarlo y los recursos económicos, en caso de que recurran a un espacio privado destinado para el ejercicio.
Este es un punto que muchas veces beneficia, porque es necesario “tener un espacio propio”. Esto requiere muchos pasos, en ocasiones dejar de hacer cosas “para otros”, darse prioridad a una misma, crear hábitos, contactar con otras personas para compartir los espacios de ejercicio, entre otras.
En caso de que se realice será una ganancia si se mantiene a lo largo del tiempo. Si sólo se hace durante el verano, puede aumentar la frustración al no conseguirse los cambios corporales deseados en tan poco tiempo.
Ay! qué tirón....
La depilación como espacio de dolor y cuidado al mismo tiempo. Las exigencias de depilarse llevan a invertir bastante tiempo y recursos. Ya se haga en casa o en un espacio especializado, es necesaria la inversión económica y de tiempo.
De nuevo, por un lado, encontramos que la “obligación social” de la depilación puede traer consigo un espacio de resistencia. El darse el tiempo para dedicarse a "sus pelos" de nuevo lleva a una priorización de actividades. El hacerlo en casa hace necesario la toma de un espacio propio para ese momento. Si se realiza en uno de los llamados “espacios de belleza y estética”, además aparece el factor socialización.
Los centros de belleza son lugares de confesiones y de intimidad. Allí las mujeres dejan sus vulvas expuestas y dispuestas para el sufrimiento o el placer, según se viva. Es un espacio en el que se expone y se toca el cuerpo, quizás por eso se crea una intimidad especial en la que se hacen confesiones.
Nota: para el tema de la depilación recomendamos el análisis y reflexión de María Barba a través de las imágenes de su proyecto "Hirsutas. Hacia la creación de un nuevo imaginario de la depilación femenina". Sobre dicho estudio podeis encontrar una reflexión en ¿Eres Hirsuta?
Se puede dar desconexión, risas, cotilleo, reflexiones profundas sobre las vidas, intercambios de lugares de viaje, proyectos de vida o recetas de cocina. Todo es posible mientras “te haces las ingles”.
Qué bañador me pongo...
La elección del “traje de baño ideal” es una de las actividades previas al verano. Hay de talle altito para que no te salga la barriga, o no se te vea la cicatriz de la cesárea. Los hay minúsculos si “te lo puedes permitir”, pues aquí el objetivo es “esconder” y “resaltar”.
¿Qué se esconde y qué se resalta? Viene marcado por el canon del momento. Ahora habría que resaltar pecho y culito. Esconder barriga y cicatrices. Este proceso de “prueba de bikini o bañador”, también tiene su espacio de resistencia.
Cada vez que mujeres que “no se lo pueden permitir” por edad, mollas o celulitis se compran un bikini, crean un espacio de resistencia. Además, si la persona que te atiende es maja, te podrás echar unas risas y te dará las opciones que te cuadren mejor con tu persona-cuerpo, que te sientas cómoda.
El verano trae muchos mensajes de presión sobre los cuerpos de las mujeres. En este tiempo, como en otros, las mujeres crean espacios y tiempos de resistencia ante las presiones.
Si, estamos dentro de lo socialmente establecido, nos depilamos, nos ponemos a dieta, nos vamos a correr y al gimnasio. Sabemos que nuestros cuerpos no son los que vemos en las fotos, que el bikini no nos queda igual de bien que a la de la chica del anuncio, y aun así, nos lo ponemos y nos gustamos. Dentro de todas estas prácticas "obligatorias" se crean resistencias.