Motín del té
El 16 de diciembre de 1773 se produce en Boston (Estados Unidos) el denominado “Motín del té”, un acontecimiento de rebeldía por parte de las colonias norteamericanas frente a la metrópoli británica, considerado una de las causas de la posterior guerra de la independencia.
Los antecedentes al motín son claros, y los podemos resumir en un abuso por parte de la metrópoli sobre la colonia, puesto que debido a los problemas económicos causados a Gran Bretaña por la “Guerra de los siete años” contra Francia, necesitaban recaudar al máximo… centrándose en las colonias para que se hiciesen cargo de nuevos tributos como el del azúcar, el “Stamp act”, “Townsend acts”, etc…
Esto causó evidentemente un gran malestar entre la población norteamericana, hecho que se vio agravado más si cabe mediante la creación de otro impuesto que gravaba diversos productos (entre ellos el té) de manera que se viera beneficiada la “Compañía Británica de las Indias Orientales”.
Los colonos pagaban impuestos, pero no tenían representación en el Parlamento británico, algo que enfurecía a las masas tremendamente, por lo que el estallido revolucionario era cuestión de tiempo.
Esto produjo un boicot por parte de los colonos al té de la metrópoli, lo que hizo que las ventas bajasen de una manera espectacular, creándose alrededor de todo esto un mercado de contrabando y compras ilegales de té a holandeses y chinos.
Para hacerle frente, en Mayo de 1773, el gobierno británico decidió eliminar los impuestos sobre el té (Acta del té), por lo que ahora el precio al que se vendía era inferior al que podían hacerlo los contrabandistas.
Fue la gota que colmó el vaso, se produjeron protestas en Filadelfia, Nueva York y Boston; aunque en esta última ciudad fueron especialmente violentas.
Samuel Adams, al frente de los denominados “Hijos de la libertad” disfrazados de indios mohawk, asaltó los barcos que acababan de llegar con un enorme cargamento de té al puerto de Boston, arrojando toda la carga por la borda, casi 45 toneladas de té que fueron a parar al mar, con las consiguientes pérdidas económicas para la metrópoli y la Compañía Británica de las Indias Orientales.
La represión por parte de las autoridades británicas no se hizo esperar; se cerró el puerto (1774), se instauraron nuevas leyes (represivas y draconianas) y se declaró el estado de excepción.
Ahora, más que nunca, los norteamericanos se sentían heridos y menospreciados, creciendo y avivándose por momentos la llama de la independencia que no tardaría mucho en estallar.