el origen de la expresión "condenar al ostracismo"
Numerosas veces hemos oído o dicho que a alguien se le ha condenado al ostracismo para referirnos a que se le ha dejado “de lado” o no se cuenta con él/ella para algo determinado.
En definitiva, un marginación y discriminación en toda regla.
Pues el origen de esta palabra lo encontramos en una institución que se implantó en Atenas alrededor del año 500 a.C, cuya finalidad principal era evitar que algún ciudadano ateniense lograra acaparar un poder excesivo y pusiese en peligro el bien común de la ciudad, como ya pasó en años anteriores.
El método a seguir era bien sencillo:
Los ciudadanos atenienses acudían a votar, depositando un Ostrakon (fragmento de vasija cerámica, que generalmente tiene forma de concha (Ostraka)) con la inscripción del nombre del ciudadano que considerasen era en ese momento el que podía suponer el mayor peligro para la comunidad.
Estos votos se contaban, y en caso de haber un número superior a 6.000 (cantidad mínima de votos que debía haber para que se diese por válida tal votación); el nombre que más veces saliese repetido sería condenado al ostracismo, que no era otra cosa que un destierro forzoso durante 10 años; en los que no podría entrar en la ciudad ni ejercer su voto, aunque conservaría todas sus posesiones y su título de ciudadano ateniense.
Ostrakon con el nombre de Melakles.
Ante esta decisión no cabía recurso ni apelación, y era aceptado de buen grado por todos (incluso por los condenados).
El primer condenado fue Hiparco y el último posiblemente Hyperbolos, y aunque no se sabe a ciencia cierta se cree que el número total rondó entre los 9 y los 13 .
Poco a poco fue girando su sentido hacía uno mucho más cruel y alejado de las primeras intenciones de su creación, ya que se fue usando cada vez más asiduamente como arma política con el fin de eliminar contrincantes a determinados órganos de poder; desvirtuándose por tanto su uso.