el origen de la expresión "montar un poyo"
Era común en el siglo XIX que la gente acudiese a determinados lugares públicos (generalmente plazas) a dar discursos o proclamas sobre los más diversos temas; aunque con frecuencia eran sobre política.
Para que los congregados pudiesen oírles bien, llevaban consigo una especie de atril o elemento que les servía para elevarse y ser vistos y oídos con mayor facilidad; estos aparatos recibieron el nombre de “poyos”.
Era normal que durante o tras los discursos se originasen ciertas discusiones, e incluso riñas; por lo que pronto la expresión “montar un poyo” adquirió el significado de montarse una pelea, escándalo o discusión.