el origen de la expresión "Sacar de quicio"
“Sacamos de quicio” a alguien cuando logramos que se enfurezca o se ponga tremendamente nervioso y agitado, perdiendo la paciencia por algo que hemos cometido.
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, un quicio es la “parte de las puertas o ventanas en que entra el espigón del quicial, y en el que se mueve y gira”, o lo que es lo mismo, un punto fundamental para que el elemento en cuestión (ya sea puerta o ventana) permanezca en su estado ideal, sin venirse abajo y girando cuando sea requerido.
Por tanto, si sacamos del quicio a la ventana o la puerta, ésta perderá su funcionalidad; igual que si “sacamos de quicio” a una persona, pues abandonará su estado normal, habitual o natural de tranquilidad y serenidad.