el origen de premiar a los tres primeros clasificados en las pruebas deportivas
La idea de repartir un trofeo a cada uno de los tres primeros clasificados de una prueba deportiva surge en el siglo XVII en Inglaterra, cuando se le encargó a un artesano la elaboración de un trofeo con forma de equino que se entregaría al vencedor de una carrera de caballos.
El artesano no tuvo fortuna con la elaboración del mismo, de manera que el primero que hizo no agradó a su cliente; por lo que tuvo que repetirlo… con idéntico resultado.
No sería hasta el tercer intento por tanto cuando consiguió hacer una figura que satisficiese al comprador, pero las que estaban ya realizadas no las iba a tirar, de manera que se entregaron como segundo y tercer premio respectivamente.
En las primeras Olimpiadas en las que se adoptó este sistema de premiar a los tres primeros clasificados fue en la de París (1900), pues en la anterior de Atenas (1896) sólo se premiaba a los dos primeros clasificados por cada prueba; siendo en las de Saint-Louis (1904) cuando se entregarían las medallas de oro, plata y bronce.